Los desafíos de la Defensoría Ciudadana

Jueves 28 Marzo, 2024

Los desafíos de la Defensoría Ciudadana

Martes 18 de Octubre de 2016

En los últimos ocho años la Defensoría Ciudadana platense que surgió como pionera a nivel nacional ha sufrido una desnaturalización producto de la evidente falta de vocación por parte de la anterior administración que no entendió o no quiso entender el rol de contralor –sano en democracia– y la sometió a indisimuladas presiones políticas que terminaron bastardeando el instituto, el cual además padeció la inacción de sus titulares.

La prueba más patente al respecto se vio durante los luctuosos hechos del 2 y 3 de abril de 2013, justo cuando la ciudadanía precisaba de medidas urgentes, de canales que expresaran las necesidades de los afectados y obtener, además las explicaciones necesarias: la defensoría estuvo ausente, en silencio.

La Defensoría pretende ser reducida a asuntos de defensa de usuarios y consumidores, materia importante sí, pero que –al menos en lo referente al consumo– no deja de ser la misma, una relación comercial controvertida, para las que existen alternativas de resolución más eficaces, como los proyectos en curso de mediación en consumo.

El reclamo por el celular o por el cable, entre otros de la misma índole, tienen un valor económico importante para el que lo padece, pero coincidiremos que amén de ser consumidores y usuarios, somos ciudadanos y en tal sentido, se debe trabajar para promover el acceso a derechos básicos como la salud, la educación, la protección a la niñez, la violencia de género y doméstica, la trata de personas, el acceso a la vivienda, la protección del medioambiente y del patrimonio arquitectónico junto con la inseguridad y la transparencia.

En materia de seguridad, la ciudad va de mal en peor, los índices de delitos y la violencia de los mismos van en aumento; nunca en estos años la defensoría intervino para pedir las explicaciones a los poderes públicos ante la difícil situación que vivimos los platenses, ni siquiera para pedir los efectivos necesarios o bien, para solicitar el cambio de categoría de la ayudantía fiscal de estupefacientes frente al flagelo que los mismos están causando a nuestros jóvenes.

Nuestra ciudad nacida bajo el signo de la solidaridad expresada a través de instituciones importantes desde entonces, tales como los clubes de barrio, las sociedades de fomento y bibliotecas a las cuales hoy día se les suman diversas ONG’s, debe recuperar ese núcleo de cohesión social, para ello debemos ayudarles a sostenerse, la defensoría debe ponerse a su servicio, bregando por la tarifa social que les permita afrontar su objeto social sin la desesperación de no poder pagar los servicios.

Igualmente, nuestros pequeños y medianos comerciantes que deben soportar una presión fiscal del primer mundo con servicios del tercero, deben encontrar un respaldo ante al avance de poderosas organizaciones internacionales de comercios y servicios profesionales y no resignarse a cerrar sus puertas sin más.

Según la Corte Interamericana de Derechos Humanos los despachos de los defensores “(…) son un espacio de diálogo, concertación y control de los Estados, del cual pueden y deben apropiarse los pueblos”; en la Comunidad Europea, su actual rol está asociado a la mediación entre ciudadanía y Estado, en tal sentido entiendo que el Defensor es un gestor de dichas relaciones en favor del ciudadano y ello significa resolver la cuestión, generando las condiciones necesarias para que los derechos de los ciudadanos se vean respetados o restituidos.

Hay mucho por hacer. Para ello se hace necesario elevar la calidad institucional de la Defensoría bajo los principios de la Igualdad y la Equidad con total independencia de los órganos de gobierno y velando por los intereses ciudadanos con un presupuesto adecuado y mayores herramientas de gestión.

Se debe trabajar decididamente en todas las competencias que el ordenamiento le otorga a la defensoría y ampliarlas para atender los desafíos de una sociedad en permanente cambio y así verdaderamente representar a los vecinos en su relación con la administración pública y ser el punto de encuentro entre la ciudadanía y el Estado.

El primer paso lo deben dar, por una parte, el Concejo Deliberante asegurando la independencia del Defensor y por la otra, el Departamento Ejecutivo demostrando la vocación de transparencia prometida sin miedo al control.

El desafío va más allá de reclamar por los daños colaterales de la sociedad de consumo y ser actores eficaces en la construcción de ciudadanía.

 

(*) Periodista y Comunicador Institucional. Presidente del Centro de Estudios Sociales, Políticos y Económicos por la Integración.