#NiUnaMenos: entre la Catedral y la Municipalidad

Jueves 18 Abril, 2024

#NiUnaMenos: entre la Catedral y la Municipalidad

Jueves 20 de Octubre de 2016

La violencia patriarcal y machista está tan enquistada y naturalizada en nuestra sociedad, en nuestras casas y nuestras instituciones, que el debate por la jornada del #MiercolesNegro llevó incluso a discutir, problematizar y explicar por qué el Paro Nacional de Mujeres de este 19 era una lucha nuestra, de mujeres y de cuerpos feminizados. Por qué no es "Ni uno menos" ni "Nadie menos". Por qué vivir con miedo y ser criadas para "cuidarnos" para no ser violadas y asesinadas es algo que solo nosotras comprendemos.

Este miércoles 19 de octubre de 2016 fue un día histórico: en La Plata, marchamos 13 mil personas. La lluvia siempre da un tono novelesco, pinta una postal romántica donde se alza la fuerza de la multitud por sobre las inclemencias del clima. El agua, con un efecto tan particular sobre esta ciudad, no nos paró. El viento tampoco; mucho menos el miedo. El cuadro se completó con el negro de nuestras ropas, de luto por las mujeres que no pudieron salir a marchar: asesinadas, golpeadas, escupidas, maltratadas, abusadas, violadas, empaladas. Muertas. En nuestro país se produce un femicidio cada 30 horas. Nos están matando.

La concentración comenzó a las 17 en plaza Moreno, con la Catedral imponente de un lado y el Palacio Municipal del otro. No es azaroso. La Iglesia, que nos dice que nuestra sexualidad y nuestros cuerpos deben ser vividos con culpa, y el Estado, ausente, que no nos ha cuidado nunca. Había muchos compañeros, los que han podido abortar el macho que llevaban dentro, los que entendieron que la lucha es nuestra. Pero éramos muchas más nosotras. Miles. La movilización dio la vuelta a plaza Moreno, tomó por diagonal 74 camino a plaza Italia, agarró 7, tomó 8 en calle 48 para concluir en plaza San Martín. Tantas éramos que cuando las primeras llegaban frente a Gobernación, las últimas aún no salían de la diagonal.

El llamado resonó en más de 15 países del resto del mundo: Estados Unidos, México, Guatemala, El Salvador, Francia, España, Chile, Brasil, Bolivia, Honduras, Perú, Colombia, Ecuador, Paraguay, Uruguay y Costa Rica.

"¿Para qué sirven las marchas esas?", "no pasa nada, no cambia nada", y otras frases del estilo escuché en estos días. Nos estamos narrando, nos miramos, nos abrazamos y entendemos que no estamos solas. Nuestro cuerpo rompe cadenas, entre otras formas, saliendo a la calle para encontrarse y potenciarse, descubriendo que la violencia patriarcal nos atraviesa a todas las generaciones y a todas las clases sociales.

"Nadie menos" un carajo. Hubo en las redes sociales ciertas campañas que, diciéndose englobar el "Ni una menos", hablaban de "Nadie menos" e incluso circularon imágenes con la frase sostenida en un cartel por un perro. "Todos somos seres vivos. Basta de violencia contra todos y punto", es el tenor de la mayoría de los comentarios que defienden esta postura. Generalizar la lucha y hablar de la violencia en general, desconociendo las particularidades del sometimiento machista y patriarcal que sufrimos las mujeres, es una forma de intentar invisibilizar nuestra disputa que tanto costó sacar masivamente a la calle. Claro que es loable pedir por el fin de la violencia así, en general, tan amplia y abarcativamente pero cuando se da en el contexto de una marcha como la de este #MiercolesNegro lo que se consigue es vaciar de contenido a la palabra, omitiendo hablar de violencia de género con todas las complejidades que implica ese debate.

Lo mismo sucede con la palabra femicidio. ¿Cuál es la línea que separa las muertes en general de los femicidios? La antropóloga Rita Segato, retomando a  Jane Caputi y Diana Russell, explica que el fin de incorporar esa categoría es "desenmascarar el patriarcado como una institución que se sustenta en el control del cuerpo y la capacidad punitiva sobre las mujeres, y mostrar la dimensión política de todos los asesinatos de mujeres que resultan de ese control y capacidad punitiva, sin excepción". Poner sobre la mesa la dimensión política de todos los homicidios de mujeres es imprescindible para cuestionarnos todos y todas nuestro papel como víctimas y victimarios (todos y todas somos un poco de ambos en mayor o menor medida) y para reclamarle al Estado, ese que formamos cada una de nosotras y cada uno de nosotros, que intervenga, que eduque, que contenga, que acompañe.

Nos están matando y ya no damos más. Pero la muerte es el rostro más descarnado y público que tiene la violencia machista. Es el cartel luminoso que llama la atención de los medios de comunicación y que, casi siempre, termina siendo narrado como un hecho policial. Nos horrorizamos, contamos los impactantes detalles del femicidio, y seguimos con la agenda diaria que impone la vorágine informativa. Sin llegar a ese terrible final, hay muchas otras formas de violencia que toleramos y reproducimos a diario. Hoy también marchamos por eso, para que al menos al llegar a nuestras casas pensemos dos veces qué toleramos y qué reproducimos a costa de nuestras identidades y nuestros cuerpos violentados. Y en ese punto fue conmovedor ver a mamás y papás con sus hijos e hijas pequeños, bajo la lluvia, con paraguas de "Hello Kitty"; adultos mayores y estudiantes de uniforme, con el mate y las selfies.

Cuando dejemos de criar "princesas" y "machitos"; cuando dejemos de cobrar menos que los hombres; cuando dejemos de ser "putas", "histéricas" o "frígidas"; cuando nuestro cuerpo deje de ser territorio de conquista y cuando ya no finjamos orgasmos para que él no se sienta mal; cuando nuestros cambios de humor no sean porque "nos vino"; cuando los hombres entiendan la lucha y renuncien a sus privilegios y cuando jamás nunca nos vuelva a enviar a la cocina como forma de "ubicarnos" en nuestro sitio; cuando los políticos dejen de posar con el cartel de #NiUnaMenos y hagan algo; cuando dejen de violarnos y matarnos, tal vez en ese momento no tengamos que marchar. Mientras tanto, las mujeres también paramos para que paremos todos. Porque "vivas nos queremos y si nuestra vida no vale, produzcan sin nosotras".