"Pelusa" cumplió 50 años: cómo vive la elefante adorada por los platenses

Jueves 25 Abril, 2024

"Pelusa" cumplió 50 años: cómo vive la elefante adorada por los platenses

Viernes 02 de Diciembre de 2016

Llegó al zoo de La Plata con tan sólo dos años. Su situación de encierro después de tanto tiempo provocó que padezca una bacteria que compromete sus patas traseras. Sin embargo, Pelusa aún tiene energía para ponerse de pie.

La elefante "Pelusa" es la vedette del zoo platense. Padres que la vieron cuando era pequeña, hoy llevan a sus hijos al predio del Bosque a ver al animal más querido. Sus cuidadores afirman que "Pelu" despierta tanta empatía porque es muy inteligente y sociable.

La elefante nació en 1966 y llegó a La Plata a través de un canje con un parque de Hamburgo, Alemania, en 1968. En ese momento, con dos años, tenía un pelo fino y largo que cubría su gruesa piel, por lo que la nombraron "Pelusa".

Hoy pesa alrededor de 3 toneladas (sos cifras estimadas por el personal del zoológico ya que jamás se pesó al animal siendo adulto) y come 1.400 kilos de alimento por día. Sus enormes dimensiones la hacen peligrosa: sin quererlo podría fácilmente lastimar y herir de gravedad a sus cuidadores. Recién hace un par de años pusieron en su sector un armazón con hierros para que puedan trabajar con ella con más tranquilidad. "Antes estábamos cuerpo a cuerpo", cuenta a Infoplatense Gabriel Gómez.

Gabriel cuida a "Pelu" hace 9 años. Comenzó como voluntario porque le encantan los animales y "ahora soy parte de la manada de ella". Junto a él, en el horario de tarde, trabajan Damián Dieguez, Edit Núñez y Andrés Defeis, quien ingresó como aprendiz de Gabriel. Se les nota el cariño que le tienen y el compromiso con el que la protegen.

Por la mañana, otros cuidadores son los encargados de limpiar los desechos de la elefante y darle el 60% de la comida que va a ingerir en el día. "Pelusa" sólo duerme 4 ó 5 horas diarias. Antes, se tiraba en el suelo a descansar pero la bacteria que afecta sus patas traseras hoy le impide pararse con facilidad por lo que duerme parada, apoyada contra una pared.

También la hacen jugar. "Se llama enriquecimiento ambiental: cualquiera modificación del ambiente que le permita expresar una conducta", detalla Andrés. Va desde lanzarle una ramita (sí, como a un cachorro) hasta colocarle la comida en altura para que eleve la trompa, entre otros trucos. Además, la entrenan para levantar la pata y que sea más sencillo examinarla y cortarle las pezuñas con unas herramientas especiales. "Pelu" devora sin ningún esfuerzo trozos de sandía, ananá, zanahorias, manzanas, nueces, maníes, todo "como viene", cáscaras incluidas.

Algunos ejemplares de su especie viven hasta 8 décadas. Los años que tiene "Pelu" se manifiestan en su cola sin pelos y los dobleces de sus orejas hacia dentro. Pero aún tiene fuerzas y ánimo. "Aunque a veces no quiere levantar la pata por nada del mundo y la dejamos. No hace nada que no quiera. Le encanta bañarse pero si le echamos agua y se enoja, la dejamos tranquila", detallan los cuidadores y le acarician la trompa y las patas.

Además, Gabriel dice que tiene una particularidad: así como hay zurdos y diestros, "Pelusa" siempre pide comida girando la trompa a la izquierda. Se ríen. La elefante es como una niña pequeña que ha desarrollado una personalidad única. Le tiene miedo a los truenos y a los fuegos artificiales y le provocan diarrea. "Cuando llegamos al otro día nos enteramos si hubo tormenta o estuvieron tirando pirotecnia", bromean.

"Además, "Pelusa" es actriz, ¿sabías?", pregunta Gabriel. En 1970 fue protagonista de una película llamada “Un elefante color ilusión”, en la que actuaban las trillizas de oro y Pablo Codevila.

Tal vez todos los elefantes tengan un rostro triste, pero "Pelusa" tiene una mueca  que apena. No vive en las condiciones óptimas. Necesita un piso de arena, más espacio, como mínimo. "La situación hoy es esta; lo único que yo puedo hacer es intentar que viva mejor", expresa Gabriel. Y agrega que "es utópico" pensar que van a desaparecer los zoológicos porque se hagan ecoparques. "Sólo se les cambia el nombre", aseguran.

Pero tanto Edith como Andrés y Gabriel aclaran que "la gente sólo ve el 10% de lo que pasa acá: en los zoológicos se hace mucha investigación necesaria, son escuelas; hay sectores de rescate, por ejemplo, acá se han rescatado lobos marinos que luego vuelven a su hábitat; también hay reservorios genéticos para especies en extinción: hemos liberado cóndores que nacieron acá".

Los cuidadores alertan que, aunque se han encariñado mucho con "Pelusa", no es bueno generar una relación tan cercana y cuentan la historia de una colega que trataba a un mono como si fuera un hijo: "Cuando ella no estaba, el mono se enfermaba". Sin embargo, han pasado navidades y primeros de año con la elefanta estrella del zoo. "Para ella, somos su manada", explican, poniéndole en el extremo de la trompa un trozo de fruta tras otro. Y se dan cuenta que "Pelusa" ya está cansada por hoy porque no quiere dar la patita.

¡Feliz cumpleaños, Pelusa!