Tocando en el tiempo

Jueves 25 Abril, 2024

Tocando en el tiempo

Jueves 15 de Septiembre de 2016

Circula con la fuerza de una verdad que viene a confirmar todas las sospechas la carta de un profesor de Periodismo que decidió abandonar su tarea. ¿La razón de la renuncia? Básicamente, un manifiesto cansancio “de pelear contra los celulares”. Con evidente sinceridad Leonardo Haberkorn –así se llama el docente– se declara derrotado ante la potencia áulica del “WhatsApp y Facebook”.

En síntesis, dice que los estudiantes no le dan bola, que no se interesan por temas de actualidad y que no cuidan la gramática. La honestidad de la misiva del educador la convierte en un valioso instrumento de juicio, aunque su publicación le confiere un tufillo pesimista que abona la impostada y rala idea de que a los jóvenes “no les interesa nada” ni siquiera lo que eligieron estudiar.

Llevo más de 25 años enseñando Periodismo y 36 en su práctica. Debo decir que cuando fui alumno no todos los profesores me parecían atendibles. Ahora entiendo que me equivoqué en dos sentidos: primero en suponer que nada me dejarían, segundo en imaginar que lo que ahora escribo no es una humilde consecuencia de lo que pensé que no me sería útil.

Entonces, en el fondo de las clases no había celulares, pero estaba la revista El Gráfico, mientras se dictaban las clases de Teorías de la Comunicación. Parecía más impactante el gol de Bochini a Boca, que las ideas de MacLuhan. El tiempo también invirtió ese personal pecado académico.

No era ni es este un problema actual ni argentino. Por caso, Sartre decía que a sus clases de Filosofía asistían 12 alumnos y de ellos “siete lo hacían porque los dejaba fumar”.

Ojo con conferirles a los estudiantes la responsabilidad de interesarse, máxime en una universidad que –orgullosamente– es libre y gratuita. Tal vez sea hora de que los docentes asumamos que es nuestra la tarea de interesar, que las formas de disciplinas cambiaron, que existe un profundo quiebre entre los nativos digitales y los que apenas sabemos enviar un mail. ¿No somos nosotros los que cobramos por nuestra tarea?

La “pirámide invertida” es tan antigua como su similar de Keops. Una está erosionada por la arena del desierto egipcio y la otra por las exageraciones de una práctica de 6, 7, 8 tipos y tipas que hicieron del Periodismo un cenáculo de irresponsables e interesadas opiniones que costará remediar, al menos en el corto plazo.

Haberkorn no espera mi opinión. Su decisión está tomada. Pero si alguno de los que enseñan Periodismo quiere seguir adelante será imprescindible que apelen a todo lo que dicen haber aprendido; al fin y al cabo sólo es un problema de comunicación que para un profesor de Periodismo no debería ser difícil de resolver. ¿O acaso no aprendimos eso, nosotros, que sabemos tanto y tanto más nos interesamos por nuestros semejantes?

No olvidemos que, en definitiva, los periodistas siempre estamos tocando en el viento.

 

(*) Periodista y docente