La reconocida pizzería Zeppelin inauguró nuevo mural con la presencia de Rocambole

Miércoles 24 Abril, 2024

Pizzería Zeppelin inauguró mural con Rocambole

Martes 27 de Septiembre de 2016 1

Coincidió con el cumpleaños del local. El mural, pintado por el genial Lumpen Bola, homenajea al espectro ricotero del rock nacional. Fotos y videos, en una nochecita de cerveza, música y buenas pizzas.

“¿Sabés quién es ese señor de barba y gorrita al que saludan todos?” Daniel y su esposa, un matrimonio de sesenta y pico, están mezclados entre el gentío que se formó en la esquina de 19 y 58. Son los únicos que aún no reconocieron a Ricardo Cohen, el Mono, Rocambole. “Ah, sí, sí. El que dibuja y pinta”, advierte la mujer tras la explicación y mientras el emblemático artista que parió la identidad gráfica de Los Redondos posa una y otra vez para la foto, junto al mural donde quedó retratado con el Indio y Skay. Daniel y compañía no lo saben, pero están en el festejo callejero del cumpleaños número 8 de Zeppelin, el reconocido local donde se venden pizzas para hornear. Y donde la estética del rock trepa por las paredes. Llegaron justo para el evento: la inauguración de un nuevo mural en homenaje al mundo ricotero. Muchos otros llegaron sabiendo perfectamente a lo que iban. Algunos desprevenidos pasan y miran. Muchos se quedan.

En la noche temprana de este lunes, allí los artistas fueron tres. Rocambole, Lumpen Bola –el genial  muralista platense autor de la obra presentada– y Yamil Gallardo, el dueño del local, que no pinta pero supo transformar una esquina opaca en un pujante negocio, en un sitio que trasciende largamente la lógica mercantilista y comercial.

Eduardo Alcántara, o Lumpen Bola, como se lo conoce, explica el proceso de selección de la imagen y le da contenido. Cuenta que se largaron dos bocetos y que la gente terminó eligiendo. Hicieron una votación por redes sociales. En ambos estaban las imágenes de Rocambole, el Indio y Skay. “La gente eligió una y acá estamos, inaugurándolo, con la presencia del Mono”, explica. E introduce en la conversación la razón de ser de su obra, el contenido filosófico. “Se trata de generar un cambio de conciencia en la gente. El arte urbano es de la calle. El artista es sólo una herramienta. Al arte tiene que acceder todo el mundo. El arte es tuyo, de tu barrio, de la esquina de tu barrio. La mejor galería es la calle”, dice.

 

Hace algo más de cuatro años comenzaron con los murales. Y lo que motivó la idea fue mezcla del gusto por la música y la necesidad de renovar el entorno de trabajo para esquivar la rutina y revalorizar el lugar. “Trabajar todos los días viendo lo mismo termina cansándote y, por ende, uno termina restándole importancia”, dice Yamil, dueño de Zeppelin (nombre puesto en honor a la banda británica de hard rock). Fue la forma que encontraron de renovar las ganas permanentemente. Cada 8 o 10 meses cambian el mural y esta vez coincidió con el cumpleaños del local.

Lumpen Bola sugirió homenajear a Rocambole e invitarlo a la inauguración. Yamil nunca imaginó que “este ícono platense del rock” iba a estar firmando la pared de su negocio. Mucho menos lo imaginó hace 8 años, cuando antes de meterse con la masa y la mozarela emparchaba caños y cambiaba cueritos. Era plomero. “Laburaba todo el día, con las manos rotas y por dos mangos, en Capital”, cuenta. Y resume: “Puse la pizzería para no romperme tanto el cuerpo. Lo demás se dio”.

En aquel entonces, su hermano trabajaba de encargado en una pizzería. Y sembró la semilla. Le propuso abrir una. Alquilaron la esquina de 58 y 19 a muy bajo precio con el trato de mejorar el lugar. Ocho años después la esquina es otra.

La mercadería que se utiliza en Zeppelin es del día. “Toda aclara Yamil–. La masa, la paleta, los tomates…”. Al finalizar la jornada, lo que sobra es donado a un comedor. El fin benéfico surgió con el tiempo. Al principio no ganaban ni para los gastos. Vendían 7 u 8 pizzas por día. Y no sobraba nada porque preparaban en el momento del pedido. “Nos sentábamos en la escalera con mi hermano a esperar, cuando llegaba un cliente la armábamos en el momento”, cuenta. Y a la pasada recuerda aquel Gol que vendió para iniciar el emprendimiento; “no vendemos nada, perdiste el auto, loco”, cuenta que bromeaban con el hermano. Un poco en joda, un poco en serio.

Durante 3 años, este emprendedor platense se repartió entra el negocio y la plomería. De lunes a viernes, mientras estaba en Capital, su hermana quedaba encargada del local. Hasta que empezó a caminar. De ahí en más, su vida laboral cambió radicalmente.

Hoy, entre amasadores, vendedores y demás trabajan más de 30 personas. Yamil lo describe como “un éxito que se disfruta pero al mismo tiempo se padece”. Claro, abrió pensando en laburar “unas horas a la tarde” pero se hizo una bola de nieve. “Es una responsabilidad que te hace madurar y crecer”.

Zeppelin surgió de la mezcla entre la música y la comida. Acaso porque en su cabeza nunca estuvo el menú del típico empresario sino más bien el de emprendedor es que le pone techo a la cosa. Afirma que pese a que se lo han ofrecido muchas veces, no habrá sucursales o franquicias de Zeppelin. “Amamos y cuidamos lo que tenemos. Así está bien”, resume con medida ambición.

La estética fue lo que hizo del negocio un lugar reconocido. Fue una forma de publicidad, como otras más clásicas: llegaron a repartir miles de volantes por día. La calidad y el precio del producto hicieron el resto. Y la atención, que va en línea con la personalidad que se advierte al conversar con su dueño. Esas son las claves.

Al tirón que Lumpen Bola y Yamil le dieron al telón para dejar al descubierto la obra frente a su homenajeado precedió el aplauso y la grata sorpresa de Rocambole, quien agradeció estampando su firma en el vértice izquierdo inferior del mural, debajo del retrato de su tupida barba blanca. Un par de horas después, aún sonaban unos acordes ricoteros que ponían música a una velada en la vereda en la que no faltó algo para beber, la charla, las fotos, los abrazos y la torta, claro.