“Elegí Cambiemos porque sus dirigentes me parecen de este planeta”

Jueves 28 Marzo, 2024

Piparo: “Elegí Cambiemos porque sus dirigentes me parecen de este planeta”

Martes 08 de Agosto de 2017 1

La primera precandidata a diputada en Buenos Aires Carolina Piparo afirma que dirigentes como Scioli se acercaron porque ella “salía en la tele”. En entrevista con Infoplatense cuenta su historia y su llegada a la política. La baja de edad de imputabilidad, la Justicia y la pobreza, según su visión. Y revela qué funcionario platense la acercó por primera vez al mundo político.

El día que salió del hospital no era la misma. La ausencia eterna de su bebé Isidro era el inesperado mundo que la aguardaba afuera. Un delincuente, que ya la había despojado del dinero que recién había retirado del banco, apuntó y disparó sin importarle nada. Así le robo la vida de su hijo que lo llevaba hacía ya 9 meses en su panza. Estaba a días de nacer y es uno de los crímenes que más ha conmocionado a los platenses. Carolina Piparo, esa madre primeriza, salvó su vida después de estar largas jornadas en terapia. Cuando salió se le podían ver algunas cicatrices en la piel pero sólo ella podía ver las que tenía en el alma. Era una nueva mujer, tal vez incompleta para siempre. Cuenta que al poco tiempo su hija Inés le volvió a atar los pies a la tierra y allí comenzó su nueva vida que se iba a centrar en su familia y en su lucha para que nunca más un delincuente le dispare despiadadamente a alguien. Años después esa lucha la llevó a la política y hoy encabeza la lista de diputados provinciales para Cambiemos en la provincia de Buenos Aires.

Se entusiasma cuando habla de seguridad y se enoja cuando piensa en que los funcionarios de la gestión anterior se acercaron a ella porque “salía en la tele”. “En ese momento tuve una atención especial y después lo fui entendiendo y me pareció una vergüenza tener un trato especial porque estaba en la tele, cualquier cosa”, reflexiona Carolina; se le notan los sentimiento a flor de piel en esta entrevista con Infoplatense.

Dice que María Eugenia Vidal “puede luchar contra las mafias porque no es mafiosa”. Sostiene que siempre vio a la dirigencia política “como de otro planeta” e “inabordable” hasta que la conoció a la actual Gobernadora, a quien califica como una persona normal, que escucha. “La primera vez que me reuní con ella charlamos durante dos horas y ni siquiera miró el celular. Eso es escuchar”, considera. Y recuerda los encuentros con Daniel Scioli y con Ricardo Casal como “reuniones políticas” de donde no se sacaban muchas conclusiones.

La indigna la frase “El pibe sale de caño porque no consigue trabajo” y es contundente al justificarlo: “Me parece una explicación facilista, irresponsable e irrespetuosa”. Está convencida de que es una forma de criminalizar la pobreza porque hay muchísimos más pobres que delincuentes y ejemplifica diciendo que no representan ni al 1 por ciento.

En ese mismo sentido, Piparo apunta que también se repite mucho que las cárceles están llenas de pobres y lo correcto es decir que están llenas de delincuentes. Tal vez “lo que faltaría son más ricos presos”, sentencia.

-¿Dónde naciste y cómo fue tu niñez y tu adolescencia?
-Mi papá es de Olavarría y mi mamá es platense. Se conocieron porque mi papá estaba estudiando acá en La Plata y a los tres meses mi mamá quedó embarazada y ahí vine yo. Mi papá dejó los estudios de ingeniería para ponerse a laburar. En ese momento fue un problema en la casa de mi abuela porque era una familia muy católica…

-Eran otros tiempos.
-Otros tiempos. Mi viejo salió a laburar y mi vieja era maestra jardinera y también limpiaba. La pelearon hasta que mi viejo entró a Loma Negra, en donde mi abuelo había sido obrero toda la vida. Nos mudamos a Olavarría cuando yo iba al jardín de infantes. Esto fue hasta que Loma Negra necesitó ingenieros y a mi viejo le faltaba 1 año para recibirse cuando tuvo que dejar porque mi mamá había quedado embarazada. Loma Negra le pagó 1 año de estudios en La Plata para que terminara su carrera. De ahí nos fuimos a Catamarca, a San Juan… Cuando él se recibió Loma Negra lo aprovechó mucho porque él se especializó en el montaje de las fábricas. Entonces, una vez que estaba hecho el montaje, cambiábamos de destino. A los 10 años nos fuimos a Zapala, Neuquén, y ahí me quedé hasta los 18. Ese es el lugar que más recuerdo de chica. Y a los 18 me vine a estudiar Trabajo Social a La Plata.

-¿Viniste sola?
-Vine con mi hermano.

-¿Tus papás se quedaron allá?
-Sí. Al poco tiempo a mi papá lo trasladaron a Uruguay y unos años después Camargo Correa compró la empresa y mi papá fue despedido.

-¿Dónde viviste en La Plata apenas te mudaste?
-En 6 y 63.

-¿Te interesaba la política en tu juventud? Trabajo Social era un lugar en donde había mucha política, ¿militaste?
-Sí, es muy política. Siempre fui una persona bastante crítica en general y cuando yo llegué a Trabajo Social, hace 23 años, tenía un profesor de historia muy peronista y a mí me enojaba mucho. Mi papá es peronista pero, más allá de lo que yo pensara de (Juan Domingo) Perón, me parece que en todo lo social y la historia, salvo que estudies ciencias exactas, los docentes tendrían que ser más generosos y darnos, por lo menos, dos versiones. Me resultaba bastante violenta esa parte de la facultad. Me fue muy bien en primer año y terminé pasándome a la carrera de asistente social en Cáritas, y después hice la licenciatura en El Salvador ya de grande.

-¿Y a la dirigencia política cómo la veías?
-A la dirigencia la veía de otro planeta: en ese traslado que tuvo mi papá a Uruguay, más precisamente a Paysandú, lo fui a visitar y un día estábamos en la puerta de un supermercado cuando bajó un hombre de una bicicleta, con el mate, y se puso a charlar con mi viejo. Cuando entramos al supermercado me dijo que era el senador tal. Y yo me acuerdo de esa imagen, en el año 2000, y dije ‘esta tendría que ser la política’. El tipo era como uno más, comprando en un supermercado y charlando normalmente. En Cambiemos yo encontré muchas personas así, personas de este planeta con las que puedo charlar del precio de los pañales hasta de la inseguridad o la política social.

-Por eso elegiste Cambiemos
-Por eso elegí Cambiemos, porque me parecen de este planeta.

-¿Cuándo conociste a María Eugenia Vidal?
-Cuando termina el juicio yo sentí una gran necesidad de reunirme con víctimas. Es lo que sentimos la mayoría. Cualquier cuestión a la que me invitaran, de cualquier partido, yo iba. Cuando Scioli presentaba un proyecto de Armas Cero y éramos invitados yo iba porque quería conocer otras víctimas. Sergio Massa también presentó un proyecto y también fui y ahí conocí a Vivian Perrone. Y en el 2014 me convocó Diana (Cohen Agrest) a Usina de Justicia y ahí empecé a participar mucho más activamente y, por primera vez, me sentía parte de algo con lo que me identificaba muchísimo. Ahí me llamó Julio Irurueta y me propuso reunirme con la vicejefa de gobierno. A principio de 2014 la conocí a María Eugenia; me invitó a participar de la Fundación Pensar y empecé a colaborar con todas las cuestiones que atañen a las víctimas.

-¿Te cambió la forma de ver la política lo de Isidro?
-Me cambió mucho la forma de ver la política.

-¿Qué te pasó en ese momento con la política?
-Un poco conocía la política porque en el año 2003 me presenté para el 911 y quedé seleccionada entre un montón de gente y empecé a conocer bastante lo que es un Ministerio. Conocí el Ministerio de Seguridad y los ministros eran personas que nosotros no veíamos como empleados. Tal vez un poco más a los subsecretarios, pero tampoco uno los veía como funcionarios a los que uno se podía acercar. Para el empleado eran inabordables y esa era la imagen que tenía como laburante del ministerio. Cuando me tocó pasar por todo esto el Ministerio de Seguridad estaba en decadencia absoluta. En el último tiempo yo trabajaba en la Escuela Vucetich y la realidad es que se capacitaba 3 meses a la policía porque se necesitaba sacar agentes rápido a la calle. Era terrible y me preocupaba pero uno nunca piensa que le va a pasar semejante cosa. Y ahí también me di cuenta de que no era solamente la seguridad, que era todo. Me acuerdo que las ambulancias estaban todas en un solo lugar, sin ningún tipo de estrategia… increíble. La ambulancia tardó el doble de lo que tenía que tardar. El hospital de Gonnet, con los mejores recursos humanos a quienes no me va a alcanzar la vida para agradecerles, también estaba mal. La frustración de ellos porque no les andaba un ascensor para poder llevarme a ver a Isidro, era enorme porque para ellos ese contacto era fundamental. Ver a esos profesionales con semejante nivel de frustración en una estructura destrozada es como que te hacía dar cuenta de que todo estaba mal.

-Fue un caso emblemático…
-Sí. Había un interés televisivo, muy mediático, con mucho riesgo de muerte de Isidro y mío. Todo el poder Ejecutivo estaba ahí. Me acuerdo de la frase de mi marido que, en la única entrevista que dio, contó que había hablado con Scioli y él le había dicho que tenía las manos atadas. Después, Néstor (Kirchner) dijo en un acto ‘que diga el compañero Scioli quién le ata las manos’. Había muchas mezquindades cuando, supuestamente, eran todos de un mismo partido: el presidente, el gobernador y el intendente.

-¿Qué sentiste en ese momento y qué sentís ahora con esa frase?
-En ese momento, la verdad es que yo no estaba para pensar en esa frase. Mi marido sintió mucha impotencia. Para mí ese momento fue devastador porque cuando él da esa entrevista fue el día que yo salía de terapia. No podía pensar ni él me podía venir a contar nada porque yo apenas podía hablar. Después Scioli salió a explicar que la Justicia le tenía las manos atadas y con el tiempo me parece una explicación cómoda pero real. Me parece que muchas veces la Justicia le ata las manos al Poder Ejecutivo.

-¿No es muy abstracta la respuesta?
-Es muy abstracta. Decir ‘tengo las manos atadas’ y no decir nada más es como raro. Es decir que no se puede hacer nada y sí, se puede.

-Decir La Justicia es como no responsabilizar en nadie…
-Tal cual. Porque ¿qué sería?, ¿justicia penal? No quedaba claro a qué se refería. Lo cierto es que en ese momento tuve una atención especial y después lo fui entendiendo y me pareció una vergüenza tener un trato especial porque estaba en la tele, cualquier cosa. Fue lo primero que le plantee a María Eugenia Vidal y ella se comprometió y cumplió desde el primer día. Todas las víctimas que yo contacto y que no salen en la tele, al tiempo las llamo y ya han sido contactadas por el Ministerio de Justicia. Cumplir con ese tipo de compromisos para mí son señales clave.

-¿Isidro tuvo mucho que ver en tu acercamiento a la política?
-Sí, lo que me pasó es lo que soy. Mi vida fue otra a partir de eso y no sé dónde estaría hoy. Hice lo que pude.

-¿Cómo eran las reuniones con Scioli o con Casal?
-A Scioli lo vi dos veces. Eran reuniones políticamente correctas. Ellos me quisieron invitar para escucharme pero no era una escucha. Una escucha es lo que hizo Vidal de sentarse a charlar conmigo cuando me conoció sin ni siquiera mirar el celular. Eso es escuchar. La realidad es que después no los vi nunca más y tampoco tuve ganas. No era una reunión personal de víctima con un político, era una reunión política.

-Vos sentías que no eran productivas.
-Siento que les dolió el caso. Fue doloroso para todos. Conmovió mucho la originalidad de dispararle a una embarazada porque el dolor es lo mismo para cualquier madre. Era una particularidad de sufrir un hecho en donde muere un bebé. Eso le duele a cualquiera y no creo que haya sido algo impostado. Lo que no creo es que era real vocación de atender a la víctima en general. Hay que cambiar el paradigma porque acá la única víctima es el delincuente. Puedo entenderlo y podemos debatirlo pero también hay otra víctima y hay personas que han muerto.

-¿Qué declaraciones te indignaron?
-‘La inseguridad como sensación’, obviamente. ‘El pibe sale de caño porque no consigue trabajo’. Me parece una explicación facilista, irresponsable e irrespetuosa. Me indigna.

-¿Por qué te indignan?
-Me indignan porque se han llevado una bandera por la cual no han hecho absolutamente nada. Defienden y victimizan al delincuente y no hacen absolutamente nada por él, esa es la verdad. Además, se criminaliza la pobreza. No me voy a cansar de repetirlo porque, lamentablemente, tenemos muchísimos pobres y poquísimos delincuentes. El delincuente no representa a nadie. No representa al pobre en lo más mínimo porque si no sería cualquier cosa y no habría control. El pobre está sufriendo y la está luchando cada día para llevar comida y ropa a su casa, para darle educación a sus hijos, para darle un techo y lo último que se les pasa por la cabeza es salir a robar o a matar a alguien. Sí creo que la droga y la marginalidad potencian, pero la impunidad es el mayor potenciador de la violencia y el delito.

-Tiene más peso, entonces, el mal funcionamiento de la justicia que la pobreza.
-No funciona la justicia y no tenemos ejemplos de nada. Cuando escucho decir ‘la cárcel está llena de pobres’… sí, es verdad, la cárcel está llena de pobres. Ahora, los pobres que están en la cárcel son delincuentes. Los pobres son muchísimos más, no son 70 mil. Hay 70 mil presos y tal vez tendríamos que tener varios más, pero estudios criminalísticos hablan de 200 mil como una exageración, es decir que en 12 millones de pobres no es ni el 0,5 por ciento. Eso no es representativo de nada. Otra discusión aparte es que en Argentina no llegamos a los delitos más graves, como corrupción y evasión, a la cárcel.

-Por ahí faltarían más ricos presos y ese sería otro tema.
-Claro, por ahí faltarían más ricos presos, pero ese es otro tema. Pero se quedan sin explicación del delito porque, supuestamente, el delincuente delinque porque le faltan las oportunidades. Este que sí tuvo oportunidades y que tuvo que estar apegado a la norma más que aquel que no las tuvo, es el que menos apegado a la norma está. Entonces, con ¿qué autoridad se van a imponer penas si como funcionarios se rompe el contrato social? Hablan de las oportunidades que faltan como si no hubiesen gobernado. Durante 25 años fueron los mismos. ¿A quiénes les correspondía dar esas oportunidades?

-¿El kirchenrismo no dio esas oportunidades?
-No. Y tampoco se preocupó por darle oportunidades a los delincuentes que también las merecen. En 16 años no hicieron una sola cárcel para darle mejores condiciones, para poder trabajar mejor con ellos, para que no estén hacinados. Lo único que se defendía era la libertad del delincuente. Nosotros peleamos por penas en delitos gravísimos. Yo nunca pelee por mayores condenas sino porque se cumplan, nada más y nada menos. Ellos mismos, con tanta incoherencia y con tanta ceguera, no querían ver que la persona que liberaban sin ofrecerle algo distinto volvía a la cárcel con un delito peor y con otra familia arruinada. ¿Qué es lo que defendieron? Esa es la incoherencia de la que hablo.

-Ahí se pega la baja de imputabilidad de los menores. Florencia Saintout dijo que no había que meter este tema en la campaña. ¿Por qué no se puede?
-No creo que no se pueda. La realidad es que es un debate que corresponde al Congreso de la Nación y yo he dado opinión, como víctima, en el Ministerio de Justicia. Me parece que es un debate que hay que dar y que se le debe a todos, incluso al que delinque. Es una justicia injusta para el que delinque también porque no depende del hecho sino del juez que toque. No depende del hecho y no depende de la norma, solamente depende de la interpretación de un juez. Hay hechos que son iguales y una persona va a estar 6 años en prisión y otra 12 porque le tocó diferente juez de ejecución penal. Y con la justicia de menores pasa lo mismo. Puede terminar en un instituto o puede terminar en Perú como Brian (Joel) que mató a Brian (Aguinaco). El Polaquito ni siquiera entra en este debate porque no está dentro de la edad. Es una minoridad de la que nos tenemos que ocupar porque está en una situación vulnerable. Tampoco aprueban que haya menores que hay que correrlos de contexto porque los padres no han podido contenerlos. La madre misma estaba diciendo que no podía y que tres veces fue a pedir ayuda porque sabía que su hijo estaba en problemas con las adicciones. También tenemos una ley de salud mental que está en contra de la internación cuando hay casos que son absolutamente necesarios.

-¿Cómo lo ves al Polaquito?
-Lo veo como a una víctima, como yo, que va a recibir ayuda porque salió en televisión.

-En el medio están los medios de comunicación. ¿Cómo los evaluás?
-Han sido nuestros grandes aliados. La pelea por la Ley de víctimas la dimos al lado de los medios de comunicación. Es una cuestión que le tendría que haber dado vergüenza a la justicia y al Poder Ejecutivo que existan casos que se atiendan porque han salido por televisión. Los medios muestran realidades. Si alguien no ha querido ver es porque ha decidido mirar para el costado.

-¿Qué se hace? ¿Cómo evaluás las políticas que se están aplicando en la provincia?
-Cristian Ritondo hubiera querido encontrar otra realidad pero en verdad sabíamos que había una Policía con muchísima falta de recursos, de capacitación y con una clara connivencia con el delito. El ejemplo que está dando María Eugenia contra las mafias lo puede dar porque ella no es mafiosa. En una policía de 90 mil personas se iniciaron 14 mil sumarios, está habiendo un mensaje diferente.

-¿Casal es mafioso?
-No digo que sea mafioso, elige mirar para el costado. María Eugenia no es mafiosa ni elige mirar para el costado, elige mirar el problema y ver la realidad. A Casal no lo conozco. Yo era empleada y él hacía una semana que había asumido, casi estrena el ministerio con mi caso y por eso no puedo decir que era mafioso pero sí puedo decir que había una clara connivencia de la que nadie quería hacerse cargo.

-El problema es qué se hace en el mientras tanto.
-En el mientras tanto se está haciendo muchísimo. El 40 por ciento de la fuerza está siendo recapacitada y hay muchísimos más detenidos. Hay una señal clara y se ha hecho mucho por la estructura policial a quienes se les ha pedido las declaraciones juradas. Se empezó a trabajar de otra manera y los resultados no los vamos a ver mañana pero sí los vamos a ver pronto.

-Cuando hablás de capacitación es inevitable no acordarse de las policías locales de Scioli que se recibían en pocos meses. ¿Fue uno de los grandes errores?
-Fue uno de los grandes errores y se está corrigiendo. El curso se extendió a un año sumado a la capacitación que se tiene que realizar dos veces al año, a los móviles y a los chalecos. Se está trabajando en una policía de calidad y no de la cantidad.

-¿Se puede recuperar una persona en la cárcel?
-No sé si todos se pueden reinsertar pero sí hay que hacer el intento con todos. Las cárceles están superpobladas y el ministro (Gustavo) Ferrari está tratando de generar un proyecto para construir cárceles junto con Nación porque saben que es una necesidad.

-¿Al delito hay que mirarlo de la misma manera siendo ciudadano común que funcionario?
-La mayoría de los problemas los tenemos que seguir mirando como ciudadanos comunes. Cuando escucho a todas estas personas de los organismos de los derechos humanos que dicen ‘visitamos las cárceles’ y ‘sabemos las problemáticas’, no es así. Yo tampoco conozco las problemáticas de las cárceles por haber ido. La persona que labura en la cárcel en conjunto con funcionarios pueden hacer un abordaje real de la cárcel. No se puede evaluar porque la visitaste 1 día. No lo puede hacer ningún funcionario, ningún legislador ni ningún iluminado.

-¿Tenés miedo de desilusionarte trabajando en política?
-No.

-¿No tenés miedo de que la gente te empiece a juzgar de una manera diferente porque te metés en política? Se me viene a la cabeza Juan Carlos Blumberg.
-Blumberg peleó por reformas en el código penal que muchos malinterpretaron, sobre todo los políticos, que son los que confunden a la gente. He escuchado a diputados decir cualquier cosa sobre las leyes de Blumberg casi ignorando lo que eran. Con Blumberg se impuso la sumatoria de condenas. Si un violador violó 8 veces se le hace la sumatoria según esas leyes y le tocan 40 años de cárcel; pero automáticamente es inconstitucional porque no puede ser superior a asesinato. Se hace una muy mala evaluación de las leyes Blumberg y eso confunde. Por otra parte, a veces parece que los ciudadanos podemos perdonar a un sector de la política muertes, pobreza y abandono absoluto de las instituciones pero a Blumberg no se le perdonó la supuesta mentira de si era o no ingeniero. No me molesta la comparación con Blumberg.

-Alguno puede pensar que se está utilizando tu desgracia.
-Es otra cosa que no se puede entender. Se acusa a muchas víctimas de lucrar con la muerte de un hijo o de un ser querido. Si a alguien le doy mil millones de dólares y un cargo y se deja disparar embarazada de 9 meses creo que está muy mal. A mí no se me cruzaría pensar así de otra persona. Son cuestiones tan sin sentido que ni siquiera me pueden doler.

-¿Nunca te dolieron?
-Al principio leía comentarios violentos y sí me dolían porque estaba enquistada la idea de que la víctima era el otro. Parecía una chica que me iba a comprar una casa en un country y en realidad me iba a comprar un ph de 50 metros cuadrados, que hacía 10 años que no se iba de vacaciones y que no había tenido hijos porque no habíamos llegado a tener una casa. Todo lo que estaba bien pasó a estar mal y todo lo que estaba mal pasó a estar bien. Estábamos en un punto de debatir quién estaba en el rol de la víctima y la víctima era yo. Nosotros la peleamos muchísimo y lo único que hicimos fue laburar. ¿Y de repente todo eso pasó a estar mal y lo otro pasó a estar bien?

-Te indigna…
-Me indigna porque estas personas que luchan contra los estigmas que supuestamente ponemos, no tienen ningún problema en estigmatizar a una víctima y decir que hablan desde la venganza.

-Muchos pueden pensar en hacer justicia por mano propia.
-Pero esa es una primera reacción. Las víctimas luchamos para que no vuelva a pasar lo mismo y para que se cumplan las condenas. El estigma que nos ponen a las víctimas es cobarde.

-¿Qué pensás hacer desde la Legislatura?
-Que se adapte la ley de ejecución penal y que las condenas se cumplan. Esto es a futuro porque la ley penal no es retroactiva pero creo que es un mensaje claro de que en los delitos graves las condenas se deben cumplir. Hay que trabajar ampliamente con los menores en situaciones vulnerables, en patronato de liberados y en las cárceles.

-Por sí o por no, ¿se debe bajar la edad de imputabilidad?
-Es difícil decir por sí o por no. Es un debate largo porque es otro tipo de pena la que le cabe al menor. Hay que dejar de usar a los menores. Una persona que sabe lo que está haciendo, tiene que cumplir una pena, esto es así. Hay profesionales de la salud que pueden decir perfectamente si una persona sabía el daño que estaba cometiendo. La posibilidad de reinserción con los menores es mayor que con los adultos entonces me parece muy importante trabajar con ellos. Pero lo que siempre dije y voy a sostener es esta cuestión de no llegar al delito gravísimo. Hay que trabajar en los primeros delitos para que no llegue a ser un asesino.

-Volviendo a la política, ¿cómo llevás la campaña?
-Estoy feliz. Soy una persona inquieta y me gusta estar así. Estudié trabajo social y me encanta escuchar a la gente. Me va a gustar mucho trabajar de esto. Soy una persona abierta al debate y escucharnos es un ejercicio que tenemos que aprender todos.

-¿Tu fuerte como candidata es que con vos se habla de un tema concreto y no de política partidaria?
-Me siento parte de un equipo que sabe que en los últimos años me dediqué obsesivamente a todo lo que atañe a la víctima y hay otros integrantes del equipo que se han dedicado a otras cuestiones y me parece que eso es lo rico. No creo que todos tengamos que saber de todo. Me siento muy escuchada y también escucho al otro.

-¿Qué rol cumple la familia en lo cotidiano?
-Ellos son todo. Mi hija es la que me ató los pies a la tierra aunque no entiende mucho todavía. Sabe que a la mamá le pasó algo, que me lastimaron, que estuve muy grave y que junto con muchísimas otras personas peleamos para que a otros no les pase. El otro es muy chiquito. Pienso mucho en ellos como también pienso mucho en Isidro. Todos los días me acuerdo de él.