"Como este caso no le genera un costo político a nadie parece que ya nadie lo busca y tengo una sensación muy fea". Desde su taller de carpintero en Coronel Suárez, Alberto González relata a Infoplatense la angustia que siente porque a tres meses de la desaparición de Mariano, su hijo que viajo a La Plata el 6 de diciembre de 2017 a rendir una materia en la facultad de Ciencias Económicas, está cayendo en el olvido. En todo este tiempo la causa -según relata el hombre- no ha avanzado nada: no hubo nuevas pistas ni ninguna hipótesis firme de lo que pudo haber ocurrido con el joven una vez que dejó la unidad académica de la calle 6 entre 47 y 48, último registro en una cámara de seguridad.

Algunas preguntas inquietan a González, quien cuenta que la DDI de Coronel Suárez -cuyo personal se había trasladado a La Plata para colaborar en la búsqueda- ya fue desafectada de esa tarea. También le cuesta comprender algunos movimientos de la causa, incluidos algunos cambios en las jurisdicciones.

"Es una desgracia, ya no se para donde agarrar. Primero hubo unos cambios de fiscalía, lo mandaron a Bahía Blanca, pero fue rechazado porque Mariano desapareció en La Plata", relata con toda lógica y descree también de algunos sectores políticos que en un principio se acercaron y luego desaparecieron.

Y Alberto nota que aunque la foto de su hijo aparece en las redes sociales la búsqueda ya no es la misma que al principio. "Ya estoy perdiendo la esperanza de todo, porque ya no se que pensar", intenta sintetizar lo que le pasa.

Cuando repasa los últimos pasos de Mariano, a Alberto le surgen algunas dudas. Se plantean algunos misterios que, tal vez, en el fuero íntimo, le generen alguna esperanza aunque no la admita. 

La principal pasa por la decisión de su hijo de cambiar algunos de los planes de ese día en La Plata. Él tenía pensado rendir y tomarse un micro de vuelta a Corones Suárez a la tardecita, pero no hizo ninguna de las dos cosas. 

Bastante antes del último registro en la biblioteca de la facultad el joven fue a la Terminal a devolver el pasaje. "Eso fue al mediodía y a mi nunca me lo dijo pese a que estuve en contacto por WhatsApp hasta la cuatro y media de la tarde", recuerda Alberto. "Me queda esa duda -dice-, ya había decidido quedarse pero no sé por qué".

El otro dato que llama la atención del padre es que a su madre Mariano le dijo que creía que había salido bien en el examen pese a que después se comprobó que no concurrió a rendir. Y en ese mismo momento su madre le dice que les avise cuando esté arriba del micro de regreso, cosa que nunca ocurrió, aunque pudieron haberlo atribuido a que ya les había avisado que se estaba quedando sin batería. "En ese momento el ya sabía que no iba a venir. Ahora, el motivo es lo que no sabemos".

El interrogante no encuentra una respuesta lógica para la familia González. Sobre todo porque -recuerda- de su casa Mariano se fue sin problemas aparentes: "Ni nosotros ni todos sus amigos que declararon expresaron que hubieran notado nada extraño, acá lo esperaba su trabajo en la pizzería, su bicicleta con la que pedaleaba todas las mañana, su vida".

La angustia crece con el paso del tiempo. "Lo que estoy sintiendo es que como que ya pasó. Me dicen 'ustedes no tienen ni idea la gente que se pierde' como si con eso pudiéramos conformarnos", lamenta Alberto, a quien le interesa que el caso no desaparezca de los medios, que la gente se preocupe. "Que me ayuden porque yo ya no se para donde salir", concluye.