La comunidad del barrio Don Carlos hizo público el malestar  ya que buscaron "todas las soluciones posibles para este problema que pone en riesgo la vida de los propios motoqueros como también de los vecinos", comentaron.

En algún momento, le hicieron llegar alguna denuncia y/o reclamo a las autoridades "pero esto resultó ser totalmente en vano ya que estas carreras clandestinas siguen en pie", sostuvieron.

Las referidas picadas son realizadas en el perímetro que forman las calles de 138 hasta 141 y desde la 501 a la 507. "Han convertido la zona de un barrio muy tranquilo en un verdadero motódromo", se quejan.

Uno de los tantos vecinos movilizados que buscan alternativas exclamó: “Nos comunicamos con la policía, con Control Urbano, con la comisaría, con otros organismos de la Municipalidad, pero ninguno hace nada. A lo sumo dan una vuelta por el barrio y se van. Es un desastre para nosotros. Les pedimos lomos de burro y nos contestaron que no tienen”.

Frente a esto, se ofrecieron a colocar este sistema de frenado ellos mismos por su cuenta pero no fueron autorizados. Tampoco les permitieron poner montículos de tierra con la excusa de que condicionarían la circulación.

En cambio, su enojo se debe que a los motociclistas que, con sus escapes abiertos, molestan todo el día, no se les prohibió nada hasta el momento.
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