En un suceso que sacudió a la comunidad educativa de Tucumán, estudiantes de un colegio privado, mayoritariamente identificados con corrientes libertarias, se vieron envueltos en una violenta confrontación con sus pares de una escuela técnica pública, tras pedir recortes en el presupuesto destinado a la educación pública provincial.

El enfrentamiento, que tuvo lugar en las inmediaciones de ambos establecimientos, culminó en una batalla campal con intercambio de golpes, corridas y heridos. La disputa, que parecía tener su origen en diferencias ideológicas respecto al papel del Estado en la Educación, rápidamente escaló a la violencia física.

Para el politólogo Mario Riorda, este incidente refleja un fenómeno más amplio que ha venido observando en sus investigaciones sobre el electorado libertario. "Tras decenas de focus groups sobre votantes libertarios (hechos en varias provincias el año pasado) esto se veía venir. En aquel entonces le llamé la 'inevitabilidad del conflicto'", explicó Riorda. "La idea de que el corte con el pasado necesariamente implicaba violencia, pelea, incluso en 3 provincias apareció la idea de 'guerra civil'", agregó.

Riorda advierte sobre una glorificación cotidiana de la violencia en el discurso político, que está comenzando a manifestarse en diferentes aspectos de la sociedad. Más allá de quién inició el altercado en Tucumán, lo relevante es el trasfondo que revela sobre las tensiones sociales y la polarización ideológica que se vive en la provincia y en el país en general.

El incidente genera preocupación entre las autoridades educativas y la sociedad en su conjunto, quienes ven en este tipo de confrontaciones una amenaza para el sano debate democrático y el respeto por las diferencias ideológicas.

En medio de llamados a la reflexión y la búsqueda de soluciones para evitar que episodios como este se repitan, queda claro que la violencia como recurso para resolver disputas políticas y sociales es un camino que conduce al retroceso y al deterioro de la convivencia democrática.