Descubrí cómo 820 soldados enfrentaron fuego enemigo, el frío y la muerte en la Guerra de Malvinas. La Batalla de Monte Longdon y un legado de valor que no podés ignorar. El costo humano fue elevado: 36 de ellos no regresaron con vida, y 180 sufrieron heridas que los marcaron de por vida. Un Relato de valor y sacrificio
Cuando pensás en la Guerra de Malvinas, es probable que imagines un conflicto marcado por la lucha en un terreno inhóspito, el frío implacable y la valentía de quienes defendieron sus posiciones contra un enemigo formidable. En este contexto, el Regimiento 7 de La Plata, una unidad emblemática del Ejército Argentino, desempeñó un papel crucial que merece ser recordado y analizado en profundidad.
Con 820 hombres desplegados en las islas, este regimiento enfrentó desafíos extremos, dejando un legado de 36 bajas y 180 heridos graves. A continuación, te invitamos a explorar la historia de esta unidad, sus enfrentamientos clave como la Batalla de Monte Longdon y el impacto que tuvo su participación en uno de los episodios más significativos de la historia argentina reciente.
El despliegue del Regimiento 7 de La Plata: Una misión en terreno hostil
Imaginá por un momento que te encontraste en abril de 1982. El Regimiento de Infantería Nº 7 recibió la orden de movilizarse hacia las Islas Malvinas, un archipiélago remoto en el Atlántico Sur cuya soberanía había sido reclamada por Argentina. Con un total de 820 soldados, muchos de ellos jóvenes conscriptos sin experiencia previa en combate, esta unidad se preparó para enfrentar no solo a las fuerzas británicas, sino también a un entorno natural implacable.
El frío glacial, los vientos constantes y el terreno rocoso de las islas se convirtieron en adversarios tan temidos como el enemigo armado.
Desde su llegada, el Regimiento 7 tuvo la misión de fortificar posiciones estratégicas y resistir los embates de una fuerza militar británica bien entrenada y equipada. A pesar de las limitaciones logísticas y el aislamiento, estos soldados demostraron una determinación extraordinaria.
Sin embargo, el costo humano fue elevado: 36 de ellos no regresaron con vida, y 180 sufrieron heridas que los marcaron de por vida. Estas cifras no son solo estadísticas; representan historias de sacrificio, familias destrozadas y un esfuerzo colectivo que merece ser comprendido en su totalidad.
Los Primeros Enfrentamientos: Fuego naval y ataques Aéreos
A partir del 1 de mayo de 1982, las posiciones ocupadas por el Regimiento 7 comenzaron a sentir la presión del enemigo. Si alguna vez te preguntaste cómo se vive bajo el fuego constante, piensa en lo que significó para estos soldados soportar el bombardeo naval británico. Los buques de la Royal Navy, apostados en el mar circundante, disparaban sin tregua contra las defensas argentinas, buscando debilitar su resistencia. A esto se sumaron las primeras incursiones aéreas, con aviones Harrier que atacaban desde el cielo con una precisión devastadora.
En este escenario, tu capacidad para mantener la calma y cumplir con tu deber habría sido puesta a prueba al límite. Los soldados del Regimiento 7, atrincherados en posiciones improvisadas, enfrentaron estas agresiones con los recursos que tenían a mano: armas ligeras, algunas piezas de artillería y, sobre todo, su voluntad de resistir. Aunque el armamento argentino no siempre estaba a la altura del británico, la tenacidad de estos hombres permitió que las líneas nacionales se mantuvieran firmes durante semanas, a pesar de las bajas que comenzaban a acumularse.
La Intensificación del Conflicto: La Artillería Enemiga Entra en Juego
El 9 de junio de 1982 marcó un punto de inflexión para el Regimiento 7 de La Plata. A los ataques navales y aéreos se sumó la artillería de campaña británica, un nuevo elemento que incrementó la presión sobre las posiciones argentinas. Si te pones en el lugar de estos soldados, puedes imaginar el estruendo constante de las explosiones, el suelo temblando bajo tus pies y la incertidumbre de no saber cuándo llegaría el próximo impacto. La artillería enemiga, con su mayor alcance y potencia, comenzó a desgastar aún más las defensas, preparando el terreno para los enfrentamientos terrestres que estaban por venir.
En este contexto, la moral de las tropas fue un factor clave. A pesar del agotamiento, el hambre y el frío que calaba hasta los huesos, los integrantes del Regimiento 7 continuaron defendiendo sus posiciones. Cada día que pasaba era una prueba de resistencia, tanto física como psicológica. Sin embargo, el verdadero desafío aún estaba por llegar, y se materializaría en uno de los combates más sangrientos de la guerra: la Batalla de Monte Longdon.
La batalla de Monte Longdon: El Corazón del sacrificio del R7
Si hay un episodio que define la participación del Regimiento 7 de La Plata en la Guerra de Malvinas, ese es la Batalla de Monte Longdon. Este enfrentamiento, librado entre la noche del 11 y la madrugada del 12 de junio de 1982, fue un choque brutal entre las fuerzas argentinas y el 3.er Batallón del Regimiento de Paracaidistas británico.
Monte Longdon, una elevación estratégica cerca de Puerto Argentino, era un punto clave para controlar el acceso a la capital de las islas. Defenderlo era esencial, y el Regimiento 7 asumió esa responsabilidad con un coraje que aún resuena en la memoria colectiva.
Visualizá la escena: es de noche, la oscuridad solo se rompe por los destellos de los disparos y las explosiones. Los soldados argentinos, atrincherados en posiciones rocosas, enfrentan un asalto frontal de los paracaidistas británicos, quienes avanzan con bayonetas caladas y un entrenamiento de élite. El combate cuerpo a cuerpo fue feroz, con enfrentamientos a corta distancia que dejaron poco margen para el error.
Durante horas, el Regimiento 7 resistió oleada tras oleada, pero el desgaste acumulado y la superioridad numérica y logística del enemigo comenzaron a inclinar la balanza.
Las bajas en Monte Longdon fueron devastadoras. De las 36 vidas perdidas por el Regimiento 7 en toda la guerra, muchas se produjeron en esta batalla. Los heridos, que sumaron 180 en el conflicto, también sufrieron en gran medida aquí, con lesiones causadas por metralla, disparos y el rigor del combate. A pesar de la derrota táctica, el esfuerzo del Regimiento 7 retrasó el avance británico y demostró que, incluso en condiciones adversas, la voluntad de lucha podía marcar la diferencia.
El final de la guerra y el legado del Regimiento 7
La Guerra de Malvinas llegó a su fin el 14 de junio de 1982, cuando las autoridades militares se rindieron formalmente tras la caída de Puerto Argentino. Para el Regimiento 7 de La Plata, este desenlace marcó el cierre de una campaña agotadora que dejó cicatrices profundas, tanto en los sobrevivientes como en la sociedad argentina.
Cuando regresaron a casa —si es que lo hicieron—, llevababan consigo no solo el peso de lo vivido, sino también el orgullo de haber formado parte de una unidad que dio todo por su país.
El legado del Regimiento 7 trasciende las estadísticas de 36 bajas y 180 heridos. Es una historia de resistencia frente a la adversidad, de jóvenes que enfrentaron lo imposible y de un sacrificio que no debe ser olvidado. Hoy, al reflexionar sobre su participación en la Guerra de Malvinas, te das cuenta de que su esfuerzo no fue en vano: sirvió para forjar una narrativa de identidad y memoria que sigue viva en Argentina.
¿Por qué recordar al Regimiento 7?
Recordar al Regimiento 7 no es solo un ejercicio de historia; es un acto de reconocimiento. Cada uno de esos 820 hombres tuvo un papel en un conflicto que marcó un antes y un después en la nación. Al analizar su despliegue, sus enfrentamientos y su sacrificio, puedes entender mejor las complejidades de la Guerra de Malvinas y el costo humano que implicó. Este regimiento no solo luchó contra un enemigo armado, sino contra el clima, el aislamiento y las limitaciones propias de una guerra desigual.
Si alguna vez te preguntaste qué significa el valor en tiempos de crisis, la respuesta está en las acciones de estos soldados. Su historia te invita a reflexionar sobre el precio de la soberanía, el peso del deber y la fortaleza que surge incluso en los momentos más oscuros.
El Regimiento 7 de La Plata no solo dejó su huella en Monte Longdon, sino en la conciencia de un país que aún busca comprender y honrar a quienes dieron todo en las frías tierras del sur.
Imagen: Monte Longdon, Islas Malvinas, 1982