Miércoles 23 de julio de 2025
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Acusaciones cruzadas tras conocerse las listas que armó el kicillofismo con el sello ParTE

El cristinismo y el massismo acusaron al gobernador de Axel Kicillof de jugar sucio con listas cortas bajo el sello ParTE. El Gobernacion no lo niega pero señalan una amenaza de disolución de la alianza Fuerza Patria por parte de una operadora de Máximo Kirchner, que desató la crisis la noche del sábado. El acuerdo de última hora evitó el colapso. ¿Resistirá la unidad peronista hasta las elecciones del 7 de septiembre?

La noche del sábado 19 de julio de 2025, el peronismo bonaerense estuvo al borde del abismo. En un contexto de máxima tensión por el cierre de listas para las elecciones legislativas del 7 de septiembre, el cristinismo y el massismo alzaron la voz contra el gobernador Axel Kicillof, acusándolo de haber presentado listas paralelas a través del sello Partido del Trabajo y la Equidad (ParTE).

Desde la gobernación no negaron la maniobra, pero justificaron que fue una respuesta defensiva ante la amenaza de disolución de la alianza Fuerza Patria, orquestada por una apoderada del sector de Máximo Kirchner. Finalmente, tras horas de negociaciones frenéticas, el peronismo logró sellar un acuerdo de unidad, aunque las heridas internas aún laten.

Un sábado de infarto en La Plata

El cierre de listas, con fecha límite el 19 de julio, se convirtió en un campo de batalla para el peronismo bonaerense. Según fuentes del Movimiento Derecho al Futuro (MDF), la agrupación liderada por Kicillof, a las 18:55 del sábado una apoderada del sector identificado como “Grupo A” (vinculado a La Cámpora y Máximo Kirchner) llamó al intendente de Almirante Brown, Mariano Cascallares, apoderado del kicillofismo (“Grupo C”), para advertir que la alianza Fuerza Patria sería disuelta. Este anuncio desató una reacción inmediata: el ministro de Gobierno, Carlos Bianco, ordenó armar listas “puras” con candidatos kicillofistas, utilizando el sello ParTE, históricamente ligado a Alberto Fernández, como plan B ante una posible ruptura.

La maniobra no pasó desapercibida. Desde el cristinismo y el massismo, liderado por Sergio Massa, se acusó al kicillofismo de deslealtad por registrar listas paralelas con nombres que luego se repitieron en la lista unificada de Fuerza Patria, generando un riesgo de impugnaciones por parte de la Junta Electoral. “Fue un movimiento calculado cuando ya había un principio de acuerdo”, reprocharon desde el entorno de Máximo Kirchner, según trascendidos. Por su parte, el massismo señaló que las listas de ParTE se presentaron tarde, “copiando” parte del armado conjunto, lo que puso en jaque la unidad alcanzada.

Un acuerdo frágil bajo presión

La amenaza de fractura no era nueva. Desde hace meses, las tensiones entre el kicillofismo, el cristinismo y el massismo han sido una constante en el peronismo bonaerense. La condena judicial a Cristina Kirchner y su inhabilitación para cargos públicos, junto con el liderazgo de Máximo Kirchner en el PJ bonaerense, han intensificado las disputas por el control de las listas y la estrategia electoral. Kicillof, respaldado por casi 50 intendentes y el Movimiento Derecho al Futuro, buscaba imponer su peso territorial, mientras La Cámpora y el Frente Renovador exigían una representación equitativa.

La crisis alcanzó su punto crítico en la madrugada del domingo, cuando un corte de luz en la Legislatura y el centro de cómputos de La Plata obligó a la Justicia Electoral a prorrogar el plazo de presentación de listas hasta el lunes. Este imprevisto dio un respiro al peronismo, y Sergio Massa, actuando como mediador, jugó un rol clave para destrabar las negociaciones. Finalmente, Kicillof, Máximo Kirchner y Massa acordaron una lista única bajo el paraguas de Fuerza Patria, con un reparto de candidaturas que intentó calmar las aguas: el kicillofismo logró colocar a Gabriel Katopodis en la Primera Sección y a Verónica Magario en la Tercera, mientras el cristinismo se aseguró lugares clave en otras secciones.

Heridas abiertas y un futuro incierto

Aunque la unidad se concretó, el episodio dejó un reguero de desconfianza. La presentación de listas paralelas por parte de Kicillof, que incluían figuras como Katopodis y Magario, fue vista como un síntoma de la fragilidad del acuerdo. La Junta Electoral ahora enfrenta el dilema de resolver qué hacer con las listas de ParTE, que probablemente serán anuladas debido a los nombres repetidos o retiradas por los apoderados. Sin embargo, el malestar persiste: el cristinismo y el massismo reprochan al gobernador una jugada que consideran innecesaria, mientras que en la gobernación insisten en que fue una medida preventiva ante la amenaza de ruptura.

La campaña hacia el 7 de septiembre se perfila como un desafío no solo frente a La Libertad Avanza de Javier Milei, que apuesta a erosionar el bastión peronista con candidatos como el excomisario Maximiliano Bondarenko, sino también para mantener la cohesión interna. “Muchos creían que nos estábamos rompiendo, pero en realidad estábamos sumando fuerza”, afirmó Kicillof en C5N, destacando la unidad como un “escudo” contra las políticas de Milei. Sin embargo, las tensiones expuestas en este cierre de listas sugieren que el peronismo bonaerense llegará a las urnas con un acuerdo frágil, donde cualquier traspié electoral podría reavivar la interna.

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