Miércoles 1 de octubre de 2025
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Caputo intervino para frenar el dólar en medio de críticas internacionales y un cepo de facto a las fintech

El dólar volvió a encender las alarmas en el mercado argentino. Este martes, el mayorista trepó hasta los $1.450 y solo retrocedió cuando aparecieron órdenes de venta por unos USD 450 millones. En la City porteña coinciden en que no fueron operaciones privadas, sino una intervención directa del Ministerio de Economía. Una vez más, el equipo de Luis “Toto” Caputo eligió apagar el incendio con dólares oficiales en lugar de con medidas estructurales.

La presión sobre el mercado cambiario no solo se da en Buenos Aires. Desde el exterior, el Tesoro de Estados Unidos y organismos financieros internacionales advierten que Argentina depende de intervenciones insostenibles para mantener el tipo de cambio. El malestar escaló al punto que exfuncionarios del Tesoro norteamericano, Brad Setser y Stephen Paduano, firmaron en el Financial Times una columna que cuestiona el manejo económico de Javier Milei. Allí señalaron que, pese al ajuste fiscal y la caída de la inflación, no se corrigió la fragilidad externa: “Argentina enfrenta vencimientos inmediatos con reservas líquidas muy bajas. Sin un ajuste cambiario, cualquier rescate se agotará rápidamente”.

El diagnóstico se repite en otros foros financieros. El Banco Nacional Suizo y el Departamento Federal de Finanzas emitieron junto al Tesoro estadounidense un comunicado donde advirtieron contra la “manipulación de divisas” y remarcaron que los tipos de cambio no deben usarse como ventaja competitiva. Aunque el documento no es vinculante, refuerza la presión sobre Milei y Caputo: liberar el dólar es la condición que se repite en los pasillos de Wall Street y Washington.

Cepo encubierto a las billeteras virtuales

Mientras tanto, en el plano local, el Gobierno aplicó una nueva restricción al dólar, esta vez dirigida a las billeteras virtuales. La fintech Cocos Capital, seguida luego por Mercado Pago, informó que debió suspender la operatoria del dólar oficial por orden de su banco proveedor, el BIND, lo que expuso una instrucción transmitida desde el Banco Central.

La decisión generó confusión entre usuarios y tensión en el mercado. Ariel Sbdar, CEO de Cocos y exaliado de Milei, fue quien blanqueó la situación en redes sociales: “Nos pidieron apagar”. Más tarde aclaró que el corte fue una imposición de su banco y que continuaban operando con dólar MEP.

El Banco Central buscó despegarse, aunque las explicaciones no convencieron. “El BCRA no regula billeteras”, dijo su presidente, Santiago Bausili, antes de difundir un comunicado improvisado donde se remarcó que las operaciones cambiarias solo pueden realizarse a través de bancos y casas de cambio autorizados. Para el mercado, la justificación sonó poco creíble: “El gobierno que prometió desregulación aprieta cada vez más el cepo”, disparó un operador financiero.

Una política que erosiona credibilidad

El corte de la operatoria en fintechs llega en un contexto de corrida cambiaria. Este martes, el Gobierno tuvo que vender más de USD 700 millones para contener la suba, pese al aporte de las cerealeras y al anunciado rescate del Tesoro norteamericano. Nada alcanzó para frenar la desconfianza: subieron los dólares financieros, creció el riesgo país y se consolidó la sensación de que una devaluación es inevitable.

La secuencia de restricciones contradice el discurso de Milei, que había prometido libre competencia de monedas. Primero se limitó la compra de dólares a directivos financieros, luego se prohibió combinar operaciones de oficial y financieros, y ahora se cerró la ventanilla a las billeteras. En los despachos de la City, el rumor que gana fuerza es el regreso de un cepo más duro sobre el dólar ahorro.

En La Plata, como en todo el país, los usuarios de fintech se vieron directamente afectados. Las plataformas se habían convertido en la vía más utilizada para pequeñas operaciones en dólares, especialmente entre jóvenes y trabajadores que buscan dolarizar sus ahorros sin pasar por ventanillas bancarias. El corte, aunque presentado como técnico, es una señal de que el Gobierno avanza hacia mayores controles, incluso a costa de contradecir su propia narrativa liberal.

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