La reciente aprobación del nuevo Código de Ordenamiento Urbano y Territorial (COUT) impulsado por el intendente Julio Alak sumó cuestionamientos desde el ámbito ambiental. La organización Nuevo Ambiente alertó que la norma carece de una mirada de desarrollo sustentable y fue tratada “sin debate suficiente ni planificación estratégica”, en una ciudad atravesada por problemas estructurales de crecimiento urbano y riesgo hídrico.
Desde la ONG remarcaron que el análisis del proyecto se realizó en plazos acotados y sin instancias formales de participación de especialistas ni de organizaciones civiles. Según plantearon, al momento de ingresar la iniciativa al Concejo Deliberante advirtieron sobre “la falta de transparencia, previsibilidad y tiempo para un estudio serio”, pedidos que –aseguran– no fueron atendidos por la Intendencia.
En ese sentido, cuestionaron que el debate público se haya reducido casi exclusivamente a la discusión por la altura de los edificios, sin abordar los aspectos más complejos del planeamiento urbano. “Un Código no puede discutirse sólo en términos de dos pisos más o menos. Tiene que partir de un diagnóstico integral que contemple servicios, movilidad, infraestructura y ambiente”, señalaron. Según indicaron, el nuevo COUT no presenta estudios sólidos sobre el estado actual de la infraestructura básica ni sobre la capacidad real de sostener un mayor nivel de densificación.
Riesgos ambientales y alertas para la región
Entre las principales observaciones de Nuevo Ambiente figura la ausencia de un esquema de movilidad sustentable y de una visión regional acorde al rol de La Plata como capital provincial. También expresaron una fuerte preocupación por el impacto en el cordón frutihortícola, una zona clave para la producción local de alimentos.
La ONG advirtió que la expansión de invernaderos sin controles adecuados podría profundizar la depresión de las napas de agua subterránea, además de aumentar los riesgos de contaminación en las fuentes de consumo. A esto se suma la disminución de la capacidad de absorción del suelo, situación que —según advirtieron— incrementa la vulnerabilidad hídrica de una ciudad que ya tiene antecedentes trágicos por inundaciones.
Otro de los puntos señalados es que el nuevo Código no prevé incentivos para fomentar la construcción sustentable. “No hay ningún estímulo para el uso de energías renovables, la implementación de techos verdes, la recuperación de agua de lluvia o la creación de corredores verdes”, afirmaron. Tampoco se avanzó, indicaron, en medidas claras para proteger las planicies de inundación cercanas a arroyos.
Negociaciones políticas y cambios de último momento
El tratamiento del COUT estuvo atravesado por negociaciones a contrarreloj entre el oficialismo y sectores de la oposición —UCR, PRO y La Libertad Avanza— que permitieron modificar algunos de los puntos más controvertidos del proyecto original.
Entre las observaciones incorporadas se incluyeron aportes de instituciones como la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la UNLP, el Colegio de Arquitectos y el Consejo Consultivo para el Desarrollo Local, que habían objetado especialmente los criterios de altura, densidad urbana y límites en la cantidad de unidades funcionales por lote.
Finalmente, la versión aprobada flexibilizó las alturas máximas, manteniendo el límite de hasta diez pisos pero ampliando las zonas donde se permite esa escala edilicia. También se eliminó la exigencia de una superficie mínima promedio por unidad en terrenos de hasta 200 metros cuadrados. Además, se dispuso que los expedientes ingresados antes de la sanción del nuevo Código no queden alcanzados por la normativa.
Un debate abierto
Pese a estos cambios, desde Nuevo Ambiente sostienen que las correcciones resultan insuficientes y que el COUT sigue sin abordar de fondo los desafíos ambientales y de infraestructura que enfrenta el crecimiento urbano de La Plata. “La planificación no puede construirse de espaldas al ambiente ni a la experiencia reciente de la ciudad”, advirtieron.
Con la normativa ya aprobada, el foco ahora está puesto en su implementación y en los controles que deberá ejercer el Municipio para que el desarrollo urbano no profundice problemas estructurales que impactan directamente en la calidad de vida de los platenses.


