La Casa Rosada decidió mover fichas en dos áreas sensibles del Gobierno: Seguridad y Defensa. El anuncio no pasó desapercibido, no sólo por la magnitud política de los cambios sino también por lo que revelan sobre el reparto real de poder dentro del oficialismo.
En Seguridad, Patricia Bullrich logró lo que venía gestionando desde hace semanas: que su segunda al mando, Alejandra Monteoliva, asuma como ministra. En Defensa, en cambio, la pulseada se resolvió a favor de Karina Milei, quien terminó imponiendo a Carlos Alberto Presti, actual jefe del Ejército, como reemplazante de Luis Petri. La designación marca un hecho inédito desde 1983: un militar quedará al frente del Ministerio.
Un triunfo político para Bullrich
El oficialismo confirmó que Monteoliva ascenderá al rango ministerial a partir del 10 de diciembre. El comunicado difundido por Presidencia la define como una figura central en la “doctrina” que Bullrich impulsa desde su regreso al poder, centrada en una ofensiva sostenida contra el narcotráfico y en la restauración del orden público.
La futura senadora celebró la designación como un paso más en su estrategia para consolidar un área donde mantiene influencia directa. Con un mensaje efusivo, agradeció al Presidente “por confiar” en Monteoliva y ratificó su línea de trabajo: mano dura, reglas claras y un principio básico: el que las hace, las paga. El mensaje, además de marcar territorio, busca enviar una señal hacia el interior de un Gobierno que enfrenta tensiones crecientes en su armado político.
Karina Milei impone a Presti en Defensa
La mayor sorpresa estuvo en el Ministerio de Defensa. Finalmente, el elegido fue Carlos Presti, un oficial con trayectoria extensa y respetado dentro del Ejército. Su desembarco desplazó la intención de Petri —que pretendía dejar allí a su jefa de Gabinete, Luciana Carrasco— y dejó en evidencia el peso de Karina Milei en la arquitectura del gabinete.

La Oficina del Presidente justificó la decisión destacando que, por primera vez desde el retorno democrático, un militar con carrera “intachable” asume el control político del área. El mensaje incluyó una crítica directa a la dirigencia que “demonizó” a las Fuerzas Armadas durante décadas, un argumento que el oficialismo viene repitiendo para justificar su alineamiento con sectores castrenses.
Petri también saludó la designación, aunque en la lectura interna su mensaje fue más protocolar que triunfal: destacó la “lealtad” y capacidad de Presti, pero quedó claro que su preferencia no fue tenida en cuenta.
Presti, un ascenso que reordena mandos y abre interrogantes
La llegada del jefe del Ejército al Ministerio generó sorpresa incluso dentro de las propias Fuerzas Armadas. En el Edificio Libertador esperaban que Presti ascendiera al Estado Mayor Conjunto, no que saltara directamente al rango político.
Fuentes militares consultadas reconocen que la decisión genera una situación inusual: Presti pasará a tener autoridad por encima del brigadier Xavier Isaac, máxima autoridad militar, quien quedaría en una posición delicada. Todo apunta a que Isaac pedirá el retiro una vez que el nuevo ministro asuma, lo que desencadenará movimientos en todas las fuerzas.
El impacto interno llega en un momento especialmente crítico:
- La obra social de las Fuerzas Armadas (IOSFA) se encuentra al borde del colapso financiero.
- Los salarios militares siguen entre los más deteriorados del sector público.
- La falta de equipamiento y recursos condiciona cualquier planificación.
En ese contexto, Presti tendrá que administrar un ministerio tensionado por problemas estructurales y expectativas políticas. Dentro del propio Gobierno admiten que su gestión estará bajo la lupa, pero confían en su alineamiento con la conducción presidencial.
El peso político de Karina
Dirigentes cercanos a Defensa remarcan que la designación es “una jugada de Karina Milei”. Según altas fuentes militares, Presti cultivó un vínculo estrecho con la secretaria general de la Presidencia, lo que terminó inclinando la balanza. La influencia de “El Jefe” dentro del esquema del Gobierno vuelve a quedar expuesta en una estructura donde los movimientos internos son cada vez más visibles.
En paralelo, la interna bullrichista en Seguridad queda contenida, pero no cerrada: Monteoliva concentra poder en un área clave, aunque deberá convivir con un oficialismo donde las disputas por territorio son permanentes.
Más allá de la discusión interna, el cambio en Defensa se cruza con debates estratégicos de fondo: la relación con Estados Unidos, la compra de equipamiento militar, la modernización de la estructura castrense y el rol geopolítico del país. Presti llega con vínculos activos con mandos norteamericanos y con el aval del círculo más cercano al Presidente.


