En un contexto de escasez de pesos en circulación y con una economía que aún no logra consolidar señales firmes de recuperación, el Gobierno nacional se prepara para lanzar un paquete de medidas con el objetivo de remonetizar el sistema. El eje de esta nueva fase del plan económico impulsado por Javier Milei y su ministro de Economía, Luis Caputo, será tentar a los argentinos a que empiecen a usar los dólares que históricamente guardan fuera del circuito formal.
El desafío no es menor: se estima que fuera del sistema financiero circulan o están atesorados más de 250 mil millones de dólares. Es una cifra récord, que grafica no solo la desconfianza acumulada hacia la moneda local, sino también una práctica extendida que ninguna administración logró revertir. Esta vez, el Gobierno apuesta a una combinación de incentivos impositivos, desregulación financiera y tecnología aplicada al consumo cotidiano para intentar lograrlo.
Según anticipó Caputo, en las próximas semanas se anunciará una medida “sorprendente”, orientada a fomentar el uso de dólares en transacciones habituales, no ya solo para comprar propiedades o vehículos, sino para gastos cotidianos como ir al restaurante o pagar servicios con QR. “Estamos en una competencia de monedas y queremos remonetizar la economía también en dólares”, expresó el ministro en línea con la visión del Ejecutivo de impulsar una dolarización informal a través de los propios flujos del mercado.
Para sostener esta política, el Gobierno apunta a ofrecer beneficios concretos. Uno de los más relevantes sería una reducción de impuestos vinculados a transacciones en moneda extranjera, como el impuesto al cheque, si la operación se realiza en dólares. También se analiza permitir que algunas liquidaciones de divisas, por ejemplo en el sector agroexportador, puedan realizarse directamente entre privados, sin necesidad de pasar por el mercado oficial del Banco Central.
La administración trabaja en conjunto con ARCA —la agencia creada para modernizar la administración tributaria— para viabilizar estos cambios. La intención es que el sistema pueda absorber operaciones en dólares de forma sencilla, sin trabas técnicas ni burocráticas, y que tanto comercios como consumidores se adapten a esta nueva lógica. En Hacienda argumentan que, si la economía se estabiliza y crece, los propios actores elegirán operar en dólares, profundizando una competencia de monedas sin necesidad de una dolarización oficial impuesta por ley.
Pero los riesgos no son menores. El principal es que, en este intento de hacer circular los dólares “del colchón”, no se logre generar un ingreso real de divisas al sistema. En paralelo, la falta de acumulación de reservas por parte del Banco Central sigue encendiendo alertas en el mercado, sobre todo considerando que el dólar se resiste a bajar de los $1.000, y que las señales de ingreso de capitales siguen siendo débiles.
Desde el equipo económico defienden su estrategia con algunos datos alentadores. Mencionan el incremento reciente de US$ 760 millones en las reservas —aunque sin contar los aportes extraordinarios del FMI ni del BID— y aseguran que “van a venir dólares por inversiones y flujos de capitales”. No obstante, el Banco Central aclaró que buena parte de esa variación se debe a la suba del oro, que aumentó un 8% desde abril.
En paralelo, el Ejecutivo avanza con otras medidas que buscan acelerar la llegada de divisas: levantamiento parcial del cepo para capitales especulativos, presión sobre el campo para que liquide exportaciones y eliminación de retenciones para sectores industriales. Todas señales de una misma hoja de ruta.
En La Plata y otras ciudades del interior, donde la informalidad y el ahorro en dólares forman parte de la cotidianeidad económica, estas políticas podrían generar impacto si efectivamente se traducen en incentivos palpables. Pero sin acumulación de reservas ni confianza macroeconómica consolidada, los dólares del colchón podrían seguir donde están: bien guardados.