El peronismo bonaerense se divide entre los carteles de “Cristina 2025” en Quilmes, el liderazgo de Kicillof con la CGT y una tercera vía de intendentes que busca romper la polarización de cara a 2025.
En el corazón del conurbano bonaerense, donde las pasiones políticas se viven con intensidad, el peronismo enfrenta un nuevo capítulo de tensiones internas y estrategias electorales de cara a las elecciones legislativas de 2025. Una imagen captada en Quilmes, con Máximo Kirchner y la intendenta Mayra Mendoza bajo un pasacalles que reza “Cristina 2025”, desató un torbellino de especulaciones y marcó el tono de una disputa que atraviesa al Partido Justicialista (PJ) en la provincia de Buenos Aires.
Mientras tanto, el gobernador Axel Kicillof, respaldado por la CGT, y un grupo de intendentes no alineados buscan reposicionarse, alimentando una tercera vía que promete romper la polarización entre el kirchnerismo duro y el oficialismo libertario de Javier Milei.
El mensaje de Máximo y el eco de Cristina
La foto de Máximo Kirchner en Quilmes no fue casual. El líder de La Cámpora y presidente del PJ bonaerense eligió la Tercera Sección Electoral, un bastión histórico del peronismo que concentra más de cinco millones de votantes, para enviar un mensaje claro: Cristina Fernández de Kirchner sigue siendo la figura central del espacio. El pasacalles con la leyenda “Cristina 2025” no solo reavivó las especulaciones sobre una posible candidatura de la expresidenta a la Legislatura bonaerense, sino que también tensionó la relación con otros sectores del peronismo.
Según fuentes cercanas al kirchnerismo, la movida busca consolidar el liderazgo de CFK en un territorio clave, donde se estima que podría obtener más del 60% de los votos. La estrategia tiene un doble propósito: demostrar la vigencia electoral de Cristina y blindarla ante una eventual inhabilitación por la ley de “Ficha Limpia”, que podría limitar su participación en cargos nacionales. Sin embargo, la jugada no estuvo exenta de críticas internas.
Kicillof y la CGT: un contragolpe estratégico
Días antes del acto en Quilmes, Axel Kicillof protagonizó su propio movimiento al reunirse con la cúpula de la CGT en un encuentro cargado de simbolismo. La imagen del gobernador junto a Andrés Rodríguez, líder de UPCN, y con un retrato de Juan Domingo Perón de fondo, fue interpretada como una respuesta directa al cristinismo. Kicillof, que se perfila como una figura de peso en el peronismo bonaerense, parece decidido a desafiar el liderazgo de Cristina y Máximo, apostando por un armado propio que combine territorialidad y apoyo sindical.
El gobernador, acompañado por intendentes como Jorge Ferraresi (Avellaneda), avanza en la organización del Movimiento Derecho al Futuro (MDF), cuyo lanzamiento está previsto para el 24 de mayo en La Plata. Este espacio, que cuenta con el respaldo de sectores gremiales y peronistas no alineados con La Cámpora, busca consolidar una alternativa que dialogue tanto con el kicillofismo como con sectores desencantados de Juntos por el Cambio. Sin embargo, las tensiones con el cristinismo son evidentes: los recientes encuentros de Kicillof con intendentes kirchneristas, como Gustavo Menéndez (Merlo) y Mayra Mendoza, terminaron en desencuentros que profundizaron la fractura.
La tercera vía: intendentes y el sueño de romper la grieta
En medio de esta pulseada, un tercer actor emerge con fuerza: un grupo de intendentes y dirigentes peronistas que rechazan tanto el liderazgo de Cristina como el de Kicillof. Encabezados por figuras como Julio Zamora (Tigre), estos líderes territoriales de la Primera Sección Electoral apuestan por una “tercera vía” que rompa con la polarización entre el kirchnerismo y el mileísmo. En un reciente encuentro, Zamora y sus aliados dejaron en claro su intención de enfrentar al cristinismo y descartaron cualquier posibilidad de unidad con La Cámpora.
Esta corriente, que también mantiene vasos comunicantes con sectores del massismo y exmiembros de Juntos por el Cambio, busca capitalizar el desgaste de la grieta política. Su estrategia incluye fortalecer el rol de los intendentes como articuladores territoriales y presentar una propuesta que combine gestión local con un discurso renovado. Sin embargo, su desafío es mayúsculo: consolidar una identidad propia en un escenario dominado por figuras de peso como Cristina y Kicillof.
La Tercera Sección como campo de batalla
La Tercera Sección Electoral, que incluye municipios como La Matanza, Quilmes, Lanús y Lomas de Zamora, se perfila como el epicentro de esta disputa. Para el cristinismo, es el territorio ideal para mostrar la tracción electoral de CFK. Para Kicillof, es una oportunidad de consolidar su liderazgo provincial. Y para la tercera vía, representa un espacio donde los intendentes pueden marcar la diferencia con su cercanía a los vecinos.
Las elecciones de 2025 no solo definirán la composición de la Legislatura bonaerense, sino también el rumbo del peronismo en un contexto de crisis económica y avance de la derecha libertaria. Las pintadas de “Cristina 2025” en el conurbano, los actos de Kicillof con la CGT y los movimientos de los intendentes no alineados son apenas el preludio de una batalla que promete ser feroz.
Un peronismo en ebullición
El peronismo bonaerense vive un momento de efervescencia y fragmentación. Mientras Máximo Kirchner y La Cámpora apuestan por la mística de Cristina, Kicillof busca construir un liderazgo propio con anclaje en la gestión y el apoyo sindical. Al mismo tiempo, la tercera vía de los intendentes plantea una alternativa que, aunque incipiente, podría alterar el tablero político. En un país donde la polarización parece haberlo copado todo, el peronismo se debate entre la lealtad a sus figuras históricas y la necesidad de reinventarse para recuperar el poder.
La pregunta que resuena en el conurbano es clara: ¿podrá el peronismo encontrar una síntesis?