Pese a la alianza electoral que los unió en las presidenciales, el PRO decidió no conformar un bloque legislativo con La Libertad Avanza en la provincia de Buenos Aires. La jugada revela tensiones internas, disputas de liderazgo y un delicado equilibrio territorial que impacta en la oposición.
La foto de campaña mostraba unidad, pero en los pasillos de la Legislatura bonaerense la realidad es otra. El PRO comunicó que mantendrá su propio bloque, descartando la posibilidad de fusionarse con los libertarios. La decisión responde a diferencias de estilo político y a la necesidad de preservar identidad propia frente a un socio que aún no consolida estructura territorial.
Estrategia, territorio y poder interno
El PRO cuenta con intendentes, referentes locales y una red de dirigentes que sostienen su peso en el conurbano y el interior. LLA, en cambio, apuesta a la impronta disruptiva y mediática de sus legisladores. “No podemos diluirnos en un armado que todavía está en construcción”, señalan desde el espacio amarillo.
La disputa también se centra en el control de comisiones y vocerías, donde ninguno de los dos está dispuesto a ceder protagonismo.
Consecuencias para la oposición y el oficialismo
La fragmentación opositora puede favorecer al peronismo en votaciones clave, desde el presupuesto hasta reformas sensibles. Sin un bloque unificado, la capacidad de negociación se debilita y el oficialismo gana margen de maniobra.
A nivel nacional, la decisión envía un mensaje claro: la alianza PRO–LLA no es automática ni estructural, sino táctica y sujeta a tensiones internas.