El Gobierno nacional cerró el año legislativo con un triunfo político de peso: el Senado sancionó el Presupuesto 2026 y le dio a Javier Milei su primer marco presupuestario propio desde que llegó a la Casa Rosada. La aprobación fue posible gracias a una combinación de respaldos de bloques dialoguistas, sectores de la UCR y, sobre todo, el acompañamiento de senadores peronistas alineados con los gobernadores Osvaldo Jaldo (Tucumán), Raúl Jalil (Catamarca) y Gustavo Sáenz (Salta). El dato político más relevante: el peronismo votó dividido por primera vez en la Cámara alta durante esta gestión.
Tras más de diez horas de debate, la iniciativa se aprobó en general con 46 votos afirmativos, 25 negativos y una abstención, la de la cordobesa Alejandra Vigo. La vicepresidenta Victoria Villarruel condujo la sesión y avanzó rápidamente con el tratamiento de los capítulos centrales, en una jornada marcada por cruces reglamentarios, cuestiones de privilegio y negociaciones contrarreloj.
El capítulo más polémico: ajuste en educación y ciencia
El foco de tensión estuvo en el Capítulo II, donde se incluyó el cuestionado artículo 30, que elimina los pisos de inversión en educación, ciencia y técnica. Ese tramo fue aprobado por 42 votos a favor, 28 en contra y dos abstenciones, luego de que fracasara el intento del peronismo de votar el artículo por separado.
Desde la oposición, el chaqueño Jorge Capitanich denunció una violación al reglamento y a la Constitución, mientras que la kirchnerista Anabel Fernández Sagasti acusó al oficialismo de romper consensos históricos en materia educativa. También el radical Maximiliano Abad, que votó el Presupuesto en general, rechazó ese artículo y lo calificó como “el artículo escoba”, por su impacto sobre la educación y la innovación.
Sin embargo, el oficialismo logró compensar esas fugas con el respaldo de senadores peronistas del bloque Convicción Federal: Guillermo Andrada (Catamarca), Sandra Mendoza (Tucumán) y Carolina Moisés (Jujuy). A ellos se sumaron votos clave de legisladores provinciales y monobloques, como el de la tucumana Beatriz Ávila, alineada políticamente con Jaldo, y el correntino Carlos “Camau” Espínola.
Negociaciones, presión política y un cierre discursivo encendido
En los despachos del Senado, las negociaciones se aceleraron cuando el Gobierno advirtió que el capítulo más sensible podía complicarse. Según fuentes parlamentarias, Santiago Caputo se involucró directamente en las gestiones, mientras que Patricia Bullrich ofició de articuladora política junto a dirigentes del PRO y operadores económicos del oficialismo. El objetivo era claro: evitar cambios que obligaran a devolver el proyecto a Diputados, un escenario temido por el Ministerio de Economía en pleno frente financiero.
En el cierre del debate, Bullrich defendió el Presupuesto con un discurso cargado de definiciones políticas y culturales. Reivindicó el equilibrio fiscal como “regla de oro”, sostuvo que “gobernar es decidir, incluso cuando duele”, y afirmó que la baja de la inflación permite volver a planificar. Desde la oposición, Juliana Di Tullio apuntó contra los artículos que flexibilizan la toma de deuda y advirtió sobre las consecuencias sociales del rumbo económico.
Qué prevé el Presupuesto 2026
El texto aprobado proyecta para 2026 un crecimiento del PBI del 5%, una inflación anual del 10,1% y un tipo de cambio de $1.423 a fin de año. Establece un superávit primario del 1,5% del PBI y un superávit financiero del 0,2%, tras el pago de intereses de la deuda.
También prevé un crecimiento del 4,9% del consumo privado, un leve aumento del consumo público y una suba de la inversión del 9,4%, aunque a un ritmo menor que en 2025. En comercio exterior, estima un incremento del 10,6% de las exportaciones y del 11% de las importaciones.
Un cierre de año con impacto político
Para la Casa Rosada, la sanción del Presupuesto representa algo más que una ley: consolida una nueva mayoría circunstancial en el Senado y le permite a Milei mostrar gobernabilidad tras un año atravesado por tensiones con el Congreso. Para la oposición, en cambio, deja abierta una discusión de fondo sobre el ajuste en áreas sensibles como educación y ciencia, un debate que también interpela a las provincias y que promete volver al centro de la escena en 2026, con impacto directo en distritos como La Plata y la provincia de Buenos Aires.


