Una nueva encuesta nacional realizada por la consultora Analogías entre el 26 y el 28 de abril dejó expuestas las crecientes tensiones entre el discurso oficialista y la percepción social sobre la situación económica. Con un relevamiento de 2.758 casos a través de líneas fijas y móviles, el estudio revela una imagen preocupante para el Gobierno nacional: la demanda interna continúa en niveles históricamente bajos —solo comparables con los peores momentos de la pandemia—, sin que ello se traduzca aún en una reducción consistente de la inflación.
La administración de Javier Milei, que desde el inicio apostó a un shock de ajuste como camino hacia una supuesta “normalización” monetaria, comienza a enfrentar un desgaste acelerado. La promesa de un cambio de régimen que incluía la posibilidad de dolarizar la economía, reflotada por el propio ministro de Economía en las últimas semanas, pierde respaldo social. La expectativa de un sacrificio colectivo que permitiría un futuro mejor ya no convence a buena parte de la ciudadanía.
Crece el escepticismo y la aprobación sigue en caída
El respaldo al Gobierno volvió a disminuir: en comparación con marzo, la aprobación cayó casi un punto más, acumulando dos meses consecutivos de retroceso. La desaprobación neta se ubicó en -9 puntos. Aunque el oficialismo aún conserva cierto apoyo entre hombres y sectores de mayor edad, el rechazo empieza a extenderse de forma pareja en distintos grupos etarios y niveles educativos.
Las áreas más castigadas por la opinión pública son aquellas vinculadas a las políticas no económicas. Educación, salud, ciencia, cultura e infraestructura fueron calificadas con una imagen aún más negativa que la gestión económica, que ya de por sí no logra revertir su saldo desfavorable.
Dólar estable, una excepción valorada
Una de las pocas señales positivas para el Ejecutivo aparece en la percepción sobre el mercado cambiario. Un 45% de los encuestados considera que la eliminación de restricciones al dólar ha funcionado bien, frente a un 37% que opina lo contrario. La estabilidad del tipo de cambio sigue siendo, como en otras etapas de la política argentina, un anclaje que brinda oxígeno transitorio, incluso en escenarios de desgaste institucional.
El relato del sacrificio pierde adhesión
Uno de los datos más sensibles del relevamiento apunta al agotamiento del consenso sobre el ajuste. El argumento de que “no hay alternativa” ya no logra cohesionar a la sociedad, en un contexto de caída sostenida del poder adquisitivo y falta de mejoras tangibles. El costo del ajuste comienza a percibirse como desigual y, en algunos casos, injustificado.
A eso se suma la creciente percepción de corrupción: un 51% de los consultados considera que el Gobierno es “muy o bastante corrupto”, sin que el escándalo por la fallida criptomoneda Libra haya sido un punto de inflexión para revertir esa imagen.
Milei, el Papa y las expectativas personales
El informe también indaga en aspectos personales y simbólicos. Las expectativas individuales mostraron una leve mejora (+4,2%) con un desplazamiento desde el escepticismo hacia un moderado optimismo. Sin embargo, este repunte no alcanza para modificar la mirada crítica sobre la dirección general del país.
En lo simbólico, el 55% de los encuestados no creyó sinceras las disculpas de Javier Milei al papa Francisco, mientras que solo el 22% las consideró genuinas. En paralelo, frente al debate sobre el impacto de la inteligencia artificial, el 39% expresó optimismo sobre su influencia en el futuro de la humanidad, frente a un 35% que expresó pesimismo.
El oficialismo conserva núcleo duro, pero pierde volumen
Solo un 20% de los encuestados se identificó como “oficialista”, dos puntos menos que en la medición de marzo. Si bien La Libertad Avanza y el PRO aún retienen una primera minoría en términos electorales, el informe marca un debilitamiento de la adhesión directa a sus principales figuras. De mantenerse esta tendencia, el escenario podría derivar en un reordenamiento del mapa político nacional.
Aunque este estudio tiene alcance nacional, sus resultados pueden leerse también como un termómetro para distritos clave como La Plata, donde las tensiones económicas, la caída del consumo y el deterioro de servicios públicos como salud y educación tienen impacto directo en la vida cotidiana de los vecinos.