El candidato liberal atraviesa su peor momento político: sin recorridas ni presencia territorial, su alianza con Spagnuolo lo dejó aislado. En octubre podría firmar el acta de defunción de su sueño por la gobernación.
José Luis Espert, que supo posicionarse como una voz disruptiva en el tablero político bonaerense, hoy transita una campaña desdibujada. No hay actos públicos, ni recorridas por distritos clave, ni contacto con vecinos. La maquinaria territorial está paralizada. Lo único que mantiene en pie su candidatura son algunas entrevistas pautadas con periodistas afines, lejos del termómetro social que define elecciones.
El costo de una alianza incómoda: Spagnuolo como lastre
La relación con el operador judicial y político Guillermo Spagnuolo, que en su momento prometía estructura y llegada, terminó siendo un boomerang. Dirigentes locales lo acusan de haber vaciado la campaña de contenido y de haber cerrado puertas con sectores que antes veían en Espert una alternativa. La falta de autonomía discursiva y la dependencia de un actor cuestionado erosionaron su credibilidad.
Octubre como punto final: el riesgo de una derrota irreversible
En los pasillos de su espacio ya se habla de octubre como el último capítulo. Una derrota en las urnas no solo lo dejaría fuera de la gobernación, sino que podría sepultar su carrera política en la provincia. Sin renovación de equipos, sin estrategia digital potente y sin presencia territorial, Espert enfrenta el dilema de todo outsider que se institucionaliza: perder el filo sin ganar estructura.
