Lunes 22 de diciembre de 2025
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Kicillof acelera su proyección nacional mientras la interna bonaerense lo mantiene atado a La Cámpora

Axel Kicillof empezó a mover fichas con un horizonte que excede largamente a la provincia de Buenos Aires. Con la mirada puesta en 2027, el gobernador busca construir un perfil federal y una red política propia a nivel nacional. Sin embargo, la persistente interna del peronismo bonaerense —con La Cámpora como actor central— sigue condicionando su agenda y lo obliga a librar batallas locales que chocan con esa ambición.

En los últimos días, el mandatario provincial profundizó gestos claros hacia un armado nacional. Viajó a Formosa para compartir actividades de gestión con Gildo Insfrán y sumó presencia en una reunión clave con gobernadores peronistas de perfil opositor duro: Sergio Ziliotto (La Pampa), Ricardo Quintela (La Rioja), Gustavo Melella (Tierra del Fuego) y Elías Suárez (Santiago del Estero), acompañado por su jefe político, Gerardo Zamora. El encuentro, realizado en la Casa de La Pampa en la Ciudad de Buenos Aires, incluyó también a legisladores nacionales.

Desde La Plata subrayan un dato político: Kicillof fue el gobernador que menos diputados llevó a la mesa, apenas seis sobre un total cercano a 70. Entre ellos estuvieron Hugo Yasky, Santiago Cafiero, Victoria Tolosa Paz, Jorge Taiana y Juan Marino. Un gesto que refuerza la idea de que el gobernador busca diferenciarse del ruido legislativo y priorizar el diálogo entre pares provinciales.

A esa estrategia se sumó otro mensaje político fuerte: su presencia en Plaza de Mayo junto a la nueva conducción de la CGT para rechazar la reforma laboral impulsada por el gobierno de Javier Milei. Fue el único gobernador en acompañar la movilización, un posicionamiento que lo ubica como referencia opositora en el plano nacional.

Fastidio federal y desgaste kirchnerista

Del encuentro con los gobernadores surgió un documento crítico contra el ajuste fiscal del Gobierno nacional y el trato financiero hacia las provincias. Pero, puertas adentro, sobrevoló algo más profundo: el cansancio de buena parte del peronismo del interior con el kirchnerismo duro. Hubo reproches concretos al funcionamiento del bloque de Unión por la Patria en Diputados, conducido por Germán Martínez, por no contemplar las demandas provinciales en las negociaciones clave.

Dos escenas reflejaron ese clima. Por un lado, Zamora —históricamente alineado con Cristina Fernández de Kirchner— planteó la conveniencia de no acompañar el dictamen de Presupuesto de UxP para evitar quedar asociados a un espacio con bajo consenso. Por otro, un llamado de atención de Martínez a legisladores que se reunían con gobernadores fue directamente desoído. Ninguna de esas señales implicó un respaldo explícito a Kicillof, pero sí dejaron en evidencia el nivel de desgaste del kirchnerismo en sectores que el gobernador considera claves para su proyección nacional.

El “barro” bonaerense: Legislatura, Senado y PJ

Mientras ensaya una construcción federal, Kicillof enfrenta un nuevo pico de tensión en su propio territorio. Tras lograr la aprobación del Presupuesto y el endeudamiento provincial —con negociaciones duras tanto con la oposición como con el kirchnerismo—, se reactivaron conflictos de poder en la Legislatura.

En el Senado bonaerense, la disputa por la vicepresidencia primera —tercer lugar en la línea sucesoria— enfrenta al axelismo con La Cámpora y el Frente Renovador, que impulsan a Mario Ishii. El gobernador apuesta por una figura de su confianza: la senadora Ayelén Durán. A eso se suma la avanzada camporista sobre la Secretaría Administrativa que hoy ocupa Roberto Feletti, con la intención de ganar control sobre decisiones clave del cuerpo.

En Diputados, la pelea también pasa por el manejo de recursos. Cambios en el sistema de transferencias de fondos no salariales derivaron en un veto del Ejecutivo provincial, que argumentó la existencia de privilegios institucionales. El conflicto, por ahora, parece trabado sin chances de escalar judicialmente.

El tercer escenario es el Partido Justicialista bonaerense. Con el mandato de Máximo Kirchner vencido, se abrió una negociación para definir la conducción. Aunque hubo acuerdos de procedimiento —padrón, junta electoral y apoderados—, persiste la posibilidad de una interna si no se alcanza una lista de unidad antes del 15 de marzo. En el entorno de Kicillof creen que quien quede al frente del PJ deberá respaldar sin matices su eventual candidatura presidencial, una condición que tensa aún más el vínculo con el camporismo.

Una estrategia que mira más allá de la Provincia

Cerca del gobernador admiten que se siente más cómodo recorriendo provincias que negociando con intendentes bonaerenses, enfocados —dicen— en obras, recursos y cargos. La hoja de ruta incluye visitas a distritos golpeados por el ajuste, encuentros con pymes en crisis y sectores como docentes y trabajadores afectados por las políticas nacionales. No está en los planes, aclaran, buscar fotos con gobernadores opositores como Ignacio Torres o Maximiliano Pullaro.

También hay autocrítica: reconocen que el discurso de Kicillof sigue siendo marcadamente metropolitano y que deberá adaptarse a realidades productivas diversas, como la minería en Cuyo. La construcción de una narrativa federal aparece como uno de los desafíos centrales del camino que recién empieza a transitar.

Oposición fragmentada y reacomodamientos en el PRO

En paralelo, la oposición bonaerense atraviesa su propio reordenamiento. La votación del Presupuesto nacional profundizó el quiebre entre Cristian Ritondo y La Libertad Avanza, arrastrando al PRO provincial. Ritondo volvió a alinearse con Mauricio Macri, mientras Diego Santilli quedó definitivamente integrado al esquema libertario. La fractura suma ruido a un escenario político ya cargado de tensiones cruzadas.

En ese tablero complejo, Kicillof intenta avanzar con una proyección nacional que, por ahora, convive con una interna bonaerense que lo mantiene anclado a disputas que preferiría dejar atrás. El desafío será cuánto de ese “barro” logra sacudirse sin romper del todo con el espacio que todavía condiciona su poder territorial.

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