Tras la derrota electoral, la interna del oficialismo provincial se desató con fuerza. Intendentes del conurbano exigen a Axel Kicillof que desplace a los funcionarios camporistas y reconfigure un gabinete desgastado por la convivencia forzada entre kicillofistas y referentes de La Cámpora.
El resultado adverso en las urnas abrió un escenario de tensión en la Provincia de Buenos Aires. Lo que hasta ahora era un equilibrio inestable entre camporistas y kicillofistas en el gabinete, se transformó en una guerra interna desbocada. La caída electoral no solo debilitó al gobernador, sino que también potenció las voces críticas dentro del peronismo bonaerense.
Intendentes en pie de guerra
En el sector de los intendentes, especialmente aquellos con fuerte anclaje territorial en el conurbano, crece la presión para que Kicillof desplace a las figuras de La Cámpora de los principales ministerios. Argumentan que la estrategia política de la agrupación no logró contener el voto popular y que, por el contrario, profundizó la desconexión con sectores clave del electorado.
Los jefes comunales sostienen que el gobernador debe rodearse de dirigentes con gestión territorial comprobada, capaces de recuperar la confianza en los barrios y de reconstruir el vínculo con los votantes desencantados.
El dilema de Kicillof
El gobernador enfrenta un dilema complejo: ceder a la presión de los intendentes y arriesgar la ruptura con La Cámpora, o mantener el equilibrio interno y exponerse a un mayor desgaste político. La decisión no es menor: el gabinete bonaerense se convirtió en el epicentro de la disputa por el control del peronismo en la provincia.
En paralelo, referentes camporistas advierten que un desplazamiento masivo sería leído como una rendición política frente a los intendentes, debilitando aún más la cohesión del espacio.
¿Un nuevo mapa de poder en la Provincia?
La posibilidad de un recambio ministerial abre interrogantes sobre el futuro inmediato del oficialismo bonaerense. ¿Se consolidará un gabinete más alineado con los intendentes? ¿O Kicillof optará por sostener la convivencia con La Cámpora, aun a riesgo de profundizar la crisis interna?
Lo cierto es que, tras la derrota, la discusión por el control del gabinete provincial se convirtió en la primera batalla de una guerra más amplia: la redefinición del poder en el peronismo bonaerense.
