Axel Kicillof empezó a acelerar su proyección nacional con una jugada de alto impacto político: firmó un pacto de cooperación con la provincia de Formosa y selló la foto junto al gobernador Gildo Insfrán, uno de los dirigentes con mayor peso territorial del peronismo. El gesto no fue aislado ni casual. Se inscribe en una estrategia que combina acuerdos con mandatarios del PJ no kirchnerista y un discurso cada vez más duro contra el Gobierno nacional por el ajuste y el desfinanciamiento de las provincias.
El gobernador bonaerense llegó a Formosa acompañado por dos figuras centrales de su gabinete: el ministro de Seguridad, Javier Alonso, y el titular de Desarrollo de la Comunidad, Andrés “Cuervo” Larroque. La comitiva buscó subrayar que el mensaje no es solo político, sino también de gestión y coordinación entre provincias frente a un escenario económico adverso.
La visita se dio apenas un día después de que Kicillof firmara, junto a otros gobernadores, un documento crítico hacia Javier Milei por el recorte de fondos nacionales. Entre los firmantes estuvieron Insfrán, Sergio Ziliotto (La Pampa), Ricardo Quintela (La Rioja), Gustavo Melella (Tierra del Fuego) y Gerardo Zamora (Santiago del Estero), un bloque que empieza a mostrarse más articulado frente a la Casa Rosada.
En ese marco, Kicillof volvió a insistir con la idea de un país desequilibrado, con un Estado nacional que —según plantean los gobernadores— se retira de sus obligaciones básicas y concentra decisiones y recursos. La foto con Insfrán refuerza esa línea y lo posiciona junto a dirigentes con poder real de gobierno, un dato que no pasa desapercibido en el tablero político.
Una estrategia que mira a 2027
Los movimientos del gobernador bonaerense marcan un doble distanciamiento. Por un lado, de los mandatarios peronistas que acompañan proyectos clave del oficialismo libertario en el Congreso, como Raúl Jalil (Catamarca) u Osvaldo Jaldo (Tucumán). Por otro, de sectores del kirchnerismo más tradicional, con los que mantiene una relación cada vez más tensa en la provincia de Buenos Aires.
Desde su entorno lo explican sin dramatismos: no se trata de una ruptura, sino de ampliar el perfil político para construir una alternativa capaz de disputar poder a Milei. La idea es sumar volumen propio primero y abrir el juego después. En esa lógica, Formosa aparece como un punto de partida simbólico y estratégico: Insfrán es un opositor frontal al Presidente y un actor con larga experiencia en el manejo del poder territorial. “Esta es la largada de Kicillof”, resumió el propio gobernador formoseño ante la prensa local.
La interna bonaerense como telón de fondo
El respaldo de Insfrán también impacta en la interna del peronismo bonaerense, atravesada por tensiones crecientes. Mientras sectores alineados con Máximo Kirchner avanzan con la convocatoria a un congreso partidario, con cuestionamientos políticos y judiciales incluidos, Kicillof prepara para el lunes un acto propio con dirigentes de su espacio de distintos puntos del país, centrado en definiciones programáticas y de rumbo.
El gobernador no participará de manera directa en la elección de autoridades del PJ provincial, pero su espacio, el Movimiento Derecho al Futuro, tendrá presencia activa. El planteo es claro: impulsar una conducción más abierta y democratizada, sin descartar la presentación de una lista propia si finalmente se habilita una interna.
Para La Plata y la región, donde el kicillofismo tiene uno de sus principales anclajes políticos, estos movimientos no son ajenos. La estrategia nacional del gobernador reconfigura alianzas, redefine la discusión interna del peronismo y anticipa un escenario de mayor confrontación política de cara a los próximos años.
