Pese a su visita a la ex presidenta, el gobernador bonaerense no logró el aval del kirchnerismo duro ni de la oposición para tomar deuda por US$1045 millones. El paquete financiero quedó empantanado entre disputas internas y cálculos electorales de cara a 2026.
Axel Kicillof se trasladó hasta el domicilio de Cristina Fernández de Kirchner en la Ciudad de Buenos Aires, donde cumple prisión domiciliaria. El encuentro, reservado pero confirmado por fuentes cercanas, buscaba destrabar el respaldo político al pedido de endeudamiento por US$1045 millones que su gestión considera clave para obras y refinanciación de pasivos.
Sin embargo, el gesto no alcanzó. Legisladores alineados con el kirchnerismo duro evitaron comprometerse con el proyecto. La Cámpora y otros sectores del peronismo consideran que el endeudamiento “no tiene consenso territorial” y que el momento político exige cautela.
La oposición pone el foco en 2026
En la Legislatura bonaerense, los bloques opositores tampoco acompañaron. Prefieren discutir el paquete financiero junto al presupuesto 2026, que incluiría una revisión integral de partidas, obras y metas fiscales.
“Sin un plan completo, no hay deuda posible”, señalaron desde Juntos. La estrategia apunta a condicionar al Ejecutivo a negociar en bloque, con mayor margen de presión y visibilidad pública.
Interna oficialista y desgaste territorial
La falta de apoyo expone la tensión entre Kicillof y el kirchnerismo. Aunque conserva respaldo sindical y territorial, su autonomía política se ve limitada por las disputas internas. La reunión con Cristina buscaba recomponer puentes, pero terminó evidenciando la distancia.
En los municipios, el mensaje es ambiguo: algunos intendentes reclaman fondos, pero otros temen quedar atrapados en una pulseada que no controlan. La deuda, lejos de ser una herramienta técnica, se convirtió en un símbolo de poder político.
