Un relevamiento de la Asociación de Docentes, Extensionistas e Investigadores de la Universidad Nacional Arturo Jauretche (ADEIUNAJ) encendió una señal de alarma: el ajuste económico no solo licúa salarios, sino que está deteriorando de manera acelerada la vida académica y personal de quienes sostienen la universidad pública.
El estudio, realizado entre mayo y junio de este año y respondido por casi 600 docentes de la UNAJ, confirma un escenario de precarización que recuerda a los años posteriores a la crisis de 2001. Según los datos, 9 de cada 10 docentes tienen trabajos adicionales para poder sostener sus ingresos. Y lo más duro: el 19% debe recurrir a empleos fuera de su especialidad, desde manejar en Uber hasta vender por catálogo.
Salarios en caída libre y endeudamiento creciente
La encuesta marca que la pérdida del poder adquisitivo desde diciembre de 2023 alcanza el 50%. Con sueldos promedios que oscilan entre $280.000 y $560.000 según la dedicación, muchos docentes no logran cubrir sus necesidades básicas y se ven forzados a endeudarse.
“Estoy endeudada para poder comer y viajar”, contó una de las docentes relevadas. Otro testimonio resume el clima general: “Hace 15 años que tengo dos trabajos y hoy la plata no alcanza; debo el equivalente a dos meses de salario”.
El endeudamiento, junto con la sobrecarga laboral, no solo afecta la economía doméstica: repercute en la salud física y mental de los trabajadores. El 43% declaró sufrir estrés y el 42% fatiga mental, cifras que impactan directamente en la calidad de la enseñanza.
Formación académica en retroceso
El impacto del ajuste también se siente en la capacitación. Tres de cada cuatro docentes interrumpieron posgrados o investigaciones por falta de tiempo o dinero. Un 23% directamente abandonó el inicio de nuevas formaciones.
Para Clara Chevallier, secretaria general de ADEIUNAJ y candidata a la conducción nacional de la CONADU, se trata de un “ataque directo a la excelencia universitaria”. Según explicó, el ajuste no solo empobrece salarios sino que “obliga a frenar procesos de formación que son clave para sostener la calidad educativa”.
La vida fuera del aula, también afectada
El relevamiento muestra que la crisis traspasa las paredes de la universidad.
- 57% de los docentes dejó actividades deportivas o recreativas.
- 48% redujo su participación en la vida cultural.
- 6% admite que se saltea comidas para ahorrar y un 24% reconoció haber bajado la calidad de su alimentación.
Además, el 61% confesó haber ido a trabajar enfermo ante la falta de licencias, un dato que desnuda las carencias del sistema de salud laboral universitario.
Una universidad en riesgo
La UNAJ, ubicada en Florencio Varela, ya perdió al 10% de su plantel docente en el último año. Una cifra que, de repetirse en otras universidades del conurbano, podría derivar en un vaciamiento difícil de revertir.
El informe concluye que el actual modelo económico está empujando a los docentes a situaciones de desgaste físico, emocional y financiero que ponen en jaque la continuidad de proyectos académicos y de investigación.
En un país donde las universidades públicas del Gran La Plata, Quilmes, Avellaneda o San Martín cumplen un rol social clave en la inclusión educativa, la crisis docente no es un problema sectorial: amenaza con erosionar la base misma del sistema universitario argentino.