Doce años después de la peor tragedia climática que golpeó a La Plata, el recuerdo del 2 de abril de 2013 sigue presente en la memoria colectiva de la ciudad.
Con un saldo oficial de al menos 89 muertes y miles de damnificados, aquella inundación expuso las falencias estructurales y la falta de previsión de las autoridades, dejando una marca imborrable en los barrios más afectados. A más de una década, los reclamos por justicia y obras hídricas efectivas continúan vigentes, mientras la amenaza de nuevas inundaciones sigue latente.
El agua que arrasó con todo
La noche del 2 de abril de 2013, una tormenta descargó más de 400 milímetros de agua en pocas horas sobre La Plata, Berisso y Ensenada. La ciudad colapsó: calles convertidas en ríos, barrios enteros sumergidos y familias atrapadas en sus casas sin auxilio. El caos reinó en esas horas fatídicas, mientras la falta de un sistema de alerta temprana y de una respuesta coordinada por parte del Estado dejaba a los vecinos a su suerte.

El conteo oficial de víctimas mortales cerró en 89, aunque diversas investigaciones periodísticas han sugerido que la cifra real podría ser mayor. La falta de transparencia en los registros generó sospechas sobre un posible subregistro de fallecidos, lo que alimentó el reclamo de las familias y organizaciones de sobrevivientes.
Las obras que no llegaron y el temor de una nueva tragedia
Desde aquel desastre, se anunciaron diversos planes de infraestructura hídrica para mitigar el riesgo de futuras inundaciones. Sin embargo, los avances han sido desiguales y muchas obras quedaron inconclusas o avanzaron con serios retrasos. La ampliación del arroyo del Gato, los desagües en barrios críticos y otros proyectos clave fueron ejecutados parcialmente, dejando a amplios sectores de la ciudad en una situación vulnerable.

Según un informe del Centro de Ingenieros de la provincia de Buenos Aires, la falta de mantenimiento de los sistemas de drenaje y la urbanización descontrolada sin un plan adecuado de desagües siguen siendo un problema estructural. Barrios como Tolosa, Ringuelet y Los Hornos continúan figurando en los mapas de riesgo hídrico, lo que refuerza la preocupación de los vecinos.
Reclamos de justicia: causas cerradas y responsabilidades diluidas
A lo largo de los años, la causa judicial que buscaba determinar responsabilidades por la tragedia ha pasado por distintas instancias sin grandes avances. En 2019, se dictó una condena a un funcionario de Defensa Civil por incumplimiento de deberes de funcionario público, con una pena simbólica de un año de inhabilitación y una multa. Para los damnificados, esta decisión representó una muestra más de impunidad y encubrimiento.

En 2023, un nuevo intento por reabrir la investigación quedó truncado por considerarse que no había elementos nuevos. Sin embargo, distintas denuncias han señalado la posible subejecución de fondos destinados a obras hídricas en los años previos a la inundación, sin que la Justicia haya avanzado en esa línea.
Un mapa para identificar las zonas de riesgo
Como parte de los intentos por prevenir nuevas tragedias, la Provincia desarrolló una herramienta interactiva que permite a los vecinos conocer cuadra por cuadra cuáles son las áreas más expuestas a inundaciones. Disponible online, este mapa elaborado por la Subsecretaría de Recursos Hídricos detalla el nivel de peligrosidad de cada sector, ofreciendo información clave para la prevención.

Sin embargo, la difusión de esta herramienta ha sido escasa y el Plan de Reducción de Riesgo de Inundaciones, que debía incluir capacitaciones y protocolos claros para la población, nunca se implementó por completo. La falta de concientización y preparación sigue siendo un problema central.
A 12 años, un nuevo aniversario de lucha y memoria
Como cada año, el 2 de abril será una jornada de recuerdo y reclamo en La Plata. Organizaciones de inundados, sobrevivientes y familiares de las víctimas se reunirán en Plaza San Martín para exigir justicia y soluciones concretas. Bajo la consigna «La Plata, ciudad inundable», el acto buscará visibilizar la falta de respuestas y la necesidad de obras efectivas para evitar otra tragedia.

El tiempo pasa, pero las heridas no cicatrizan. A 12 años del desastre, La Plata sigue esperando respuestas, mientras la amenaza de una nueva inundación sigue latente.