Por José Rafael Clavijo (*). Las elecciones legislativas del 7 de septiembre en Buenos Aires definirán un nuevo mapa político en la provincia más poblada del país. Con 23 bancas del Senado, 46 de Diputados y miles de cargos locales en juego, la contienda revela tensiones internas, alianzas inestables y un desdoblamiento electoral que potencia las dinámicas territoriales.
El próximo 7 de septiembre, los bonaerenses volverán a las urnas para decidir una parte fundamental del poder político provincial: se renovarán 23 bancas del Senado, 46 de Diputados, más de mil concejalías y 401 cargos en consejos escolares. El volumen y la diversidad de cargos en juego convierten a esta elección en un anticipo clave del resultado nacional, pautado para el 26 de octubre. Pero más allá de su dimensión numérica, la elección revela un nuevo mapa político en gestación, marcado por alianzas inestables, rupturas internas y una creciente fragmentación que redefine las reglas del juego en la provincia más poblada del país.
Una provincia en disputa: tensiones dentro del oficialismo y reconfiguración opositora
El frente peronista, bajo el nombre Fuerza Patria, es quizás el conglomerado más amplio en términos políticos y sociales. Reúne al kirchnerismo del PJ bonaerense conducido por Máximo Kirchner, al Frente Renovador de Sergio Massa y al espacio “Movimiento Derecho al Futuro” de Axel Kicillof. También se suman sectores sociales como el Movimiento Evita y figuras como Juan Grabois. Esta amplitud, sin embargo, no se traduce en cohesión. Las diferencias internas, que atraviesan desde la estrategia electoral hasta la representación territorial, podrían tensarse aún más en el proceso de cierre de listas de esta semana. La disputa por los primeros lugares en las nóminas, particularmente en las secciones más grandes, genera fricciones de peso.
Del otro lado, el acuerdo entre el PRO y La Libertad Avanza (LLA) representa una alianza incómoda. Aunque ambos espacios se reconocen como socios estratégicos para derrotar al peronismo, la estructura orgánica del PRO choca con el personalismo verticalista de LLA. La tensión se expresa en decisiones como la de Karina Milei de vetar candidaturas acordadas, mostrando que no todos los dirigentes del PRO serán bienvenidos. En este escenario, el espacio libertario impone condiciones y construye poder interno incluso sobre antiguos socios.
En un tercer carril, surge Somos Buenos Aires, una alternativa centrista y pluralista que intenta capitalizar el descontento con los extremos. Conformado por la UCR, Hacemos por Nuestro País, la Coalición Cívica, GEN, el Partido Socialista y diversos partidos vecinalistas, este frente propone una “oposición constructiva” que recupere la institucionalidad sin caer en la radicalización. A diferencia de otras alianzas, pone el acento en la gobernabilidad como bandera electoral.
El desdoblamiento como fenómeno estratégico
La decisión de separar las elecciones provinciales de las nacionales, conocida como “desdoblamiento”, no solo tiene consecuencias logísticas. Permite que cada fuerza construya alianzas adaptadas a las dinámicas locales, donde muchas veces priman lealtades territoriales por sobre las lógicas partidarias. Además, habilita la proliferación de boletas cortas y sellos vecinales, que si bien no alcanzan representación legislativa relevante, erosionan el voto de los espacios más estructurados.
El otro efecto del desdoblamiento es simbólico: quien se imponga en la elección del 7 de septiembre podría beneficiarse del llamado “efecto arrastre” en las generales de octubre, cuando se definan los representantes nacionales. Por eso, esta contienda es algo más que una elección legislativa provincial: se trata también de una gran primaria territorial para el escenario nacional.
El desdoblamiento también generó ruidos internos. El sector más cercano a la ex presidenta Cristina Fernández de Kirchner presionó para que no se realizara, en tanto que el massismo aceptaba el desdoblamiento, pero posterior a las elecciones de octubre. A pesar de esto primó la decisión del Gobernador de desdoblar y adelantarlas, aunque las presiones, a 56 días de las elecciones, aun continúan.
La Primera Sección: termómetro del conurbano y centro de gravedad electoral
Con más de 4,7 millones de electores, la Primera Sección -que abarca los distritos del norte y oeste del conurbano bonaerense- se ha convertido en la más populosa de la provincia, desplazando por primera vez a la Tercera. En ella se eligen ocho senadores provinciales, y los resultados suelen anticipar el comportamiento del electorado provincial.
En términos de poder territorial, el peronismo conserva 19 de los 24 municipios, aunque distribuidos entre distintas corrientes internas. Se espera que Fuerza Patria se quede con al menos tres bancas (pone en juego cuatro), una para cada uno de los tres grandes actores del frente: axelismo, kirchnerismo y el massismo. Sin embargo, la posibilidad de un cuarto senador dependerá del desempeño electoral de los candidatos locales.
La alianza PRO-LLA apuesta a consolidar su presencia en distritos como San Miguel, Vicente López o Tres de Febrero, no sin conflictos. Joaquín de la Torre, referente de San Miguel y senador saliente, ha sido señalado por su ambigüedad: no confirma su alineación con Somos Buenos Aires ni descarta acuerdos tácticos con los libertarios. Estos vaivenes reflejan la falta de cohesión dentro de la alianza opositora.
Por su parte, Somos Buenos Aires suma figuras con proyección, como el intendente Julio Zamora en Tigre, que rompe con el massismo para apostar por un espacio de centro con proyección propia. En paralelo, el ex intendente de San Isidro, Gustavo Posse, podría liderar la boleta de Nuevos Aires, un espacio que recoge el malestar de quienes quedaron fuera de los acuerdos grandes.
Segunda Sección: poder territorial y ruptura conservadora
Su poder territorial y ruptura conservadora Menos poblada y de perfil más rural, la Segunda Sección elige 11 diputados provinciales y representa un escenario interesante por la irrupción de nuevas fuerzas. El peronismo busca retener las cuatro bancas que posee, una de ellas responde a Juan Grabois y otra a la UOM, lo que genera tensión respecto al reparto interno.
El dato sobresaliente de los últimos días es la aparición de “Hechos”, el nuevo espacio creado por los Passaglia en San Nicolás, que se separaron del PRO en desacuerdo del pacto con La Libertad Avanza. Manuel Passaglia será candidato a diputado provincial, y la estrategia será competir en toda la sección, articulando informalmente con Somos Buenos Aires. Esta ruptura evidencia la resistencia de ciertos sectores ex Cambiemos al avance libertario.
La Tercera Sección: bastión histórico en transición
Aunque perdió el primer lugar en cantidad de electores, la Tercera Sección -que incluye a La Matanza, Quilmes, Lomas de Zamora y Avellaneda- sigue siendo un bastión central del peronismo (especialmente del kirchnerismo). Aquí se disputan 18 bancas en Diputados, la mayor cantidad de toda la provincia. Esto sin tener en cuenta que la Sección está subrepresentada, dado el crecimiento poblacional que ha tenido en las últimas décadas, que no fue trasladado a la cantidad de representantes en la Legislatura.
Fuerza Patria buscará renovar las ocho bancas que controla, aunque en este caso la interna es más marcada. Con CFK fuera de la cancha y Máximo Kirchner habiendo decidido no asumir su lugar, nombres como Mayra Mendoza o Verónica Magario aparecen como alternativas.
El ex intendente y actual diputado provincial Martiniano Molina intentó sumarse a la boleta libertaria por el PRO, pero fue rechazado por Karina Milei. LLA designó en su lugar a Juan Esteban Osaba como armador principal. Nuevos Aires, mientras tanto, baraja la candidatura de Mauricio D’Alessandro como figura visible.
Cuarta Sección: pulseada en el interior productivo
Con poco más de 540 mil votantes, la Cuarta Sección elige siete senadores. Aquí, el interior bonaerense cobra protagonismo, con un peso significativo de los intendentes. Fuerza Patria buscará conservar las tres bancas que posee, aunque no será sencillo. El reparto interno se prevé equilibrado: una banca para el kirchnerismo, otra para el massismo y otra para el kicillofismo. Tras el acuerdo entre el axelismo y La Cámpora, quien se alejó del Movimiento Derecho al Futuro fue el intendente de General Villegas, que se sumó al frente Somos Buenos Aires.
En esta región, la UCR tiene una fuerte implantación territorial y juega su propio partido dentro de Somos Buenos Aires. El armador clave es Miguel Fernández, presidente del Comité Provincial del radicalismo. En cambio, La Libertad Avanza tiene menor estructura, aunque ha ganado terreno con discursos antipolíticos, especialmente en zonas rurales. Quinta Sección: la batalla por Mar del Plata
Quinta Sección: la batalla por Mar del Plata
En esta sección se eligen cinco senadores y participan algo más de 1,2 millones de votantes. Incluye desde grandes centros urbanos como Mar del Plata hasta distritos muy pequeños. La disputa tiene como eje a General Pueyrredón, donde el intendente Guillermo Montenegro (PRO) alineado con LLA aparece como figura fuerte. Alejandro Carrancio, coordinador libertario, podría liderar la boleta.
El peronismo buscará retener dos bancas, con la presencia de Fernanda Raverta como figura camporista destacada, y referentes kicillofistas como Gustavo Pulti y Gustavo Barrera empujando candidaturas. En paralelo, sectores del radicalismo no alineados con Somos Buenos Aires, como el abadismo, podrían articular con libertarios en listas locales.
Sexta Sección: equilibrio frágil en el sudoeste
Esta sección elige 11 diputados y cuenta con 650 mil electores. Es una zona históricamente disputada, y hoy presenta una situación de equilibrio. Fuerza Patria controla cuatro bancas (dos del kirchnerismo, una del massismo y una del espacio de Kicillof), y aspira a conservar esa distribución.
Los libertarios, nuevamente, tienen como figura organizadora a Juan Esteban Osaba. La presencia territorial de PRO y UCR es relevante, pero los conflictos por los lugares en las listas pueden fragmentar la oferta. Aquí también la lógica vecinalista y las boletas cortas pueden incidir.
Olavarría clave en la sección menos poblada
Con apenas 280 mil votantes, es la sección menos poblada de la provincia. Solo se renuevan tres senadores, y cada espacio político pelea con fuerza por asegurarse un lugar. El peronismo busca conservar la única banca que posee, y se menciona como posible candidato a Eduardo “Bali” Bucca, ex intendente de Bolívar, cercano a Kicillof y con buen diálogo con el kirchnerismo (fue recibido por Cristina Fernández de Kirchner en el Instituto Patria a fines de abril).
De los ocho municipios que conforman la sección, el peronismo gobierna cinco, la UCR dos, y 25 de Mayo fue uno de los primeros distritos en pasar a las filas de La Libertad Avanza. El peso electoral de Olavarría es significativo dentro de esta sección: representa más del 30% del padrón.
La UCR tiene un arraigo histórico en la zona, con estructuras partidarias que funcionan de manera autónoma. Somos Buenos Aires podría captar parte del voto radical desencantado. LLA, por su parte, aún depende de armados débiles y en formación.
Octava Sección: la capital, terreno de disputa directa
La ciudad de La Plata, como Sección Octava, elige seis diputados y concentra a más de 570 mil votantes. El peronismo controla actualmente tres bancas, una para cada sector principal del frente. Si logra una victoria clara en la ciudad gobernadora por Julio Alak, podría quedarse con una cuarta.
La oposición busca frenar ese avance con la fórmula PRO-LLA, nuevamente coordinada por Osaba. El oficialismo platense, por su parte, apuesta al aparato municipal y a una campaña territorial intensa.
Abstencionismo en alza y una oportunidad histórica para la provincia
Uno de los aspectos más delicados de la elección del 7 de septiembre será el nivel de participación. Las elecciones que se vienen desarrollando durante este año a lo largo del país exhiben un abstencionismo mucho más alto que en comicios anteriores, incluso tratándose de elecciones legislativas, donde tradicionalmente la participación tiende a ser menor. Esta baja en la asistencia a las urnas no se limita a una estadística electoral: es también una señal de desencanto de parte de la población con sus representantes, un dato que confirman las encuestas, producto de una política que no logra reconectar con las urgencias cotidianas de la gente.
Sin embargo, esta situación convive con un dato que ofrece una oportunidad política singular. Por primera vez en mucho tiempo, y tal como lo plantea Roy Hora en su análisis publicado en Seúl, la provincia de Buenos Aires puede -gracias al desdoblamiento electoraldiscutir su propia agenda, sin quedar subordinada a los debates nacionales. Separada de la elección presidencial, la contienda bonaerense tiene la chance de girar en torno a temas concretos del territorio: cómo se administra el conurbano, qué modelo de seguridad se necesita, cómo reordenar la coparticipación, cómo se gestiona la educación pública en el distrito más complejo del país. En la mitad de las provincias donde ya se votó se logró “provincializar” el debate; en la otra mitad, se nacionalizó. ¿En qué 50 por ciento estará Buenos Aires?
En este doble movimiento -una participación ciudadana que retrocede, y una estructura institucional que habilita una conversación más autónoma- se juega buena parte del sentido de esta elección. ¿Podrá la política bonaerense dar un debate real, que convoque e interpela al electorado, o se limitará a replicar lógicas nacionales con baja resonancia local? La respuesta a esa pregunta podría marcar no solo el resultado del 7 de septiembre, sino también el futuro del vínculo entre la ciudadanía bonaerense y su representación democrática.
(*) José Rafael Clavijo es Licenciado en Comunicación y Analista Político