Miércoles 25 de junio de 2025
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Macri se corre, el PRO se desarma y crecen las tensiones con los libertarios en la provincia

Con el protagonismo político cada vez más desgastado y alejado de la toma de decisiones, Mauricio Macri evalúa dejar definitivamente la conducción del PRO y también su lugar en la política partidaria. El ex presidente busca relanzar su carrera internacional en el mundo del fútbol, con la mirada puesta en un cargo más relevante dentro de la FIFA, mientras el partido que fundó atraviesa una de sus peores crisis internas, especialmente en la provincia de Buenos Aires.

El desgaste con Javier Milei y su hermana Karina es notorio y se profundiza con el desconcierto que reina en el armado bonaerense. A diferencia de otras épocas, Macri esta vez se mantiene al margen de la estrategia electoral: delegó en Cristian Ritondo las negociaciones con La Libertad Avanza y prácticamente no intervino en las definiciones de la provincia, que continúa siendo el principal bastión territorial del PRO.

Mientras tanto, en el mundo del fútbol tampoco atraviesa un buen momento: fue excluido de encuentros clave en el Congreso de la FIFA y su figura fue opacada por adversarios internos como Juan Román Riquelme. Incluso se lo vio llegar de urgencia y en un vuelo low cost al congreso de la FIFA en Paraguay, donde fue relegado de la foto principal. La consolidación del “Chiqui” Tapia como representante sudamericano ante el Consejo de la FIFA podría cerrar aún más el camino a las aspiraciones internacionales del ex mandatario.

En paralelo, la crisis en el PRO bonaerense se profundiza. Las negociaciones con los libertarios avanzan con dificultad debido a las resistencias de buena parte de los intendentes. En una reciente reunión virtual con Ritondo, apenas cuatro de los doce jefes comunales presentes se mostraron favorables a un frente con LLA. Entre los pocos alineados se encuentran Guillermo Montenegro (Mar del Plata), Marcelo Matzkin (Zárate), Fernando Bouvier (Arrecifes) y Juan Ibarguren (Pinamar).

El resto, mayoritariamente referenciado con Jorge Macri, se mantiene firme en el rechazo a un acuerdo, argumentando que las imposiciones de Karina Milei son “inaceptables” y que los libertarios incluso han promovido denuncias penales contra algunos intendentes del PRO. En ese marco, comienza a tomar fuerza una estrategia de “libertad de acción” que permita esquemas electorales diferenciados por sección o municipio.

La situación no es muy distinta dentro del radicalismo bonaerense. Luego de una serie de encuentros seccionales, el 80% de los intendentes y dirigentes consultados rechazaron cualquier posibilidad de integrar un frente con La Libertad Avanza. Apuestan, en cambio, por construir una alternativa de centro que mantenga el funcionamiento actual de Juntos por el Cambio en los Concejos Deliberantes y conserve la estructura territorial de cara a las próximas elecciones.

Dirigentes como Miguel Fernández y Pablo Domenichini, que hoy ejercen la conducción provisoria del Comité Provincia, confirmaron que el radicalismo prefiere un camino moderado, alejado tanto del kirchnerismo como del mileísmo. Incluso en Mar del Plata, donde el senador Maximiliano Abad tiene llegada directa a la dirigencia libertaria, la negativa a un acuerdo fue clara.

Esta tensión se multiplica en cada distrito donde los concejales libertarios compiten con los intendentes radicales y del PRO. A pesar de que algunos sectores del PRO intentan desdramatizar y reclaman pragmatismo —“la marca que tracciona es LLA”, repiten—, los hechos muestran que la desconfianza mutua y la falta de un proyecto común frenan cualquier tipo de acuerdo estructural.

La disputa por las candidaturas, los nombres, los colores y los sellos parece ser apenas la superficie de un conflicto más profundo: el vacío de liderazgo en el PRO tras el alejamiento progresivo de Macri, y la falta de definiciones claras frente al avance desordenado del espacio libertario.

En las próximas semanas se espera que tanto el PRO como la UCR bonaerense definan si avanzarán con alianzas diferenciadas, intentarán reconfigurar una nueva versión de Juntos por el Cambio o apostarán por acuerdos locales más flexibles. En todos los casos, el interrogante es si podrán sostener sus estructuras sin quedar absorbidos por la lógica que hoy impone el oficialismo nacional.

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