Tras una victoria aplastante en las urnas, Javier Milei dio el primer paso hacia lo que definió como una “coalición para las reformas”. Con una convocatoria inédita a veinte gobernadores de distintas fuerzas políticas, el presidente buscó mostrar fortaleza y flexibilidad al mismo tiempo, enviando señales de reconciliación hacia dentro y fuera del país, mientras el peronismo intenta reorganizarse en medio de su propia crisis de liderazgo.
El encuentro, que tuvo lugar en el Salón Eva Perón de la Casa Rosada, marcó el inicio de una etapa política diferente: Milei dejó atrás la confrontación y eligió la foto del consenso. Frente a los mandatarios provinciales —entre ellos Jorge Macri, Martín Llaryora, Gustavo Valdés, Rogelio Frigerio y Gerardo Zamora— el mandatario planteó tres reformas estructurales (laboral, tributaria y del Código Penal) y la hoja de ruta del Presupuesto 2026.
Un giro hacia la “normalidad” política
El cambio de clima político fue notorio. Hace apenas un mes y medio, el gobierno atravesaba tensiones con buena parte de los gobernadores; hoy, la imagen de Milei rodeado de veinte mandatarios fue celebrada en los mercados internacionales como un gesto de gobernabilidad. En Wall Street destacaron la “foto de la estabilidad” y el giro hacia un diálogo que hasta hace poco parecía improbable.
En la reunión se habló de equilibrio fiscal, modernización laboral y revisión del esquema impositivo. Milei propuso avanzar con convenios laborales por empresa o región, priorizando la productividad, y los gobernadores reclamaron una distribución más equitativa de los recursos, además de inversiones en rutas, biocombustibles y compensaciones previsionales.
La estrategia presidencial busca consolidar una base de apoyo en el Congreso y en las provincias que permita aprobar las reformas pendientes, después de un año signado por la confrontación. Detrás de esa nueva postura también asoma la influencia de los Estados Unidos de Donald Trump y de su asesor Barry Benett, quien habría pedido expresamente a Milei “normalizar” su relación con los mandatarios.
Reconciliaciones, gestos y lectura política
Entre los gestos más comentados estuvo el abrazo entre Milei y Jorge Macri, con quien había tenido un fuerte cruce durante la campaña. También hubo saludos a gobernadores peronistas como Gerardo Zamora y Sergio Ziliotto, hasta ahora ubicados en el ala más resistente al proyecto libertario. Esa escena fue leída en los pasillos de San José 1111 —donde cumple prisión domiciliaria Cristina Fernández de Kirchner— como una señal de que el Presidente pretende dividir al bloque kirchnerista en el Senado, el último bastión de poder de la ex vicepresidenta.
El encuentro dejó en evidencia que el peronismo atraviesa una encrucijada interna. La derrota en Buenos Aires, su principal bastión, y el avance del oficialismo en provincias tradicionalmente peronistas aceleran un debate que hasta hace poco era tabú: el fin del liderazgo de Cristina Kirchner. Si no logra reconfigurarse como alternativa moderna y competitiva, corre el riesgo de seguir el camino de la Unión Cívica Radical, confinada a un rol testimonial.
El laboratorio Milei: pragmatismo, poder y expectativa
El nuevo tono del presidente contrasta con el Milei que semanas atrás confrontaba con todos los gobernadores y rechazaba cualquier tipo de negociación. Hoy busca instalar una narrativa de estabilidad institucional y crecimiento económico sustentado en acuerdos.
En ese marco, el “Presupuesto Base Cero” —piedra angular del programa económico— fue presentado como un proyecto compartido con las provincias, reconociendo sus esfuerzos por mantener el equilibrio fiscal. A cambio, Milei ofreció revisar el esquema de transferencias y coparticipación, en una suerte de tregua temporal.
El gobierno espera que el nuevo Congreso que asumirá el 10 de diciembre permita encauzar los acuerdos. Aunque por ahora solo hay una foto, el mensaje es claro: Milei busca construir poder a través del pragmatismo y del diálogo, sin abandonar su narrativa de “reforma estructural”.
La mirada internacional
El viraje político del gobierno argentino no pasó desapercibido afuera. La revista The Economist analizó la victoria de Milei y sostuvo que su liderazgo “tiene repercusiones más allá del Río de la Plata”, destacando la claridad de su mensaje económico y su potencial para “enseñar al mundo” cómo encarar reformas en contextos de crisis fiscal.
El desafío, sin embargo, es interno. La apuesta al consenso deberá traducirse en resultados concretos y sostenibles. En ese camino, Milei no solo intenta consolidar una nueva mayoría política, sino también reescribir el equilibrio de poder que durante décadas definió la relación entre Nación y provincias.
 
															

