Sábado 10 de mayo de 2025
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Milei, bajo fuego: acusaciones por Ficha Limpia, ataques a la prensa y silencios que incomodan

Mientras la tensión política por la caída del proyecto de Ficha Limpia sigue escalando, el presidente Javier Milei desató una ofensiva mediática contra periodistas, funcionarios y exaliados, profundizando la interna oficialista y ampliando su guerra con los medios tradicionales. El trasfondo: una presunta confesión del misionero Carlos Rovira, publicada por Clarín y La Nación, que señala al propio Presidente como responsable de voltear la iniciativa que buscaba impedir que condenados por corrupción accedieran a cargos públicos.

Las publicaciones de los dos principales diarios del país atribuyeron a Rovira una frase lapidaria: “Lo pidió Milei”, en relación al giro de sus senadores que terminó con el rechazo del proyecto. La reacción presidencial no se hizo esperar. En lugar de desmentir con argumentos sólidos o pruebas documentadas, Milei activó su estrategia habitual: atacar. Ordenó a su gabinete completo salir a despegarlo de Rovira, al tiempo que impulsó una denuncia penal por calumnias e injurias contra los periodistas Carlos Pagni, Viviana Canosa y Ari Lijalad.

El jefe de Gabinete, Guillermo Francos, intentó bajar el tono al conflicto. “El Gobierno no mandó a voltear Ficha Limpia y Javier Milei no habló con Rovira”, afirmó, pese a que él mismo había sido fotografiado con el dirigente misionero durante una reunión en 2023. “El Presidente no tiene contacto con Rovira, ni siquiera tiene su teléfono”, insistió. La línea oficial fue repetida por ministros y portavoces, como Manuel Adorni y Patricia Bullrich, quienes calificaron las notas como “sin firma, sin fuente y sin textual”.

Sin embargo, lo que parecía una defensa improvisada escaló rápidamente. Desde su cuenta de X (antes Twitter), Milei publicó un mensaje codificado que sus seguidores tradujeron como “Los periodistas son las prostitutas de la política” y “No odiamos lo suficiente a los periodistas”. A esto se sumaron una serie de retuits agresivos y ofensivos hacia la prensa, alimentando una narrativa de enemistad permanente que ya parece parte estructural de su gobierno.

En paralelo, el conflicto con el PRO se intensificó. La diputada Silvia Lospennato, autora del proyecto de Ficha Limpia, acusó al oficialismo de “mala praxis o sabotaje deliberado”, visiblemente afectada por la votación que terminó con 36 votos a favor y 35 en contra. “Usted a mí me defraudó”, lanzó Lospennato en conferencia de prensa, dirigiéndose directamente al Presidente. “El precio de los apoyos parlamentarios se publica en el Boletín Oficial”, advirtió, dejando abierta la sospecha de negociaciones oscuras.

Lospennato, quien pertenece al bloque de Mauricio Macri, remarcó que con esta derrota “la corrupción ganó”. Su malestar refleja el hartazgo de un sector del PRO con el oficialismo, que ya venía acumulando tensiones por la falta de coordinación legislativa y la presión mediática del entorno libertario.

Desde su campaña en la Ciudad de Buenos Aires, Milei intentó redirigir la atención con críticas al PRO. Acusó al partido de “mentir con la Ficha Limpia” y calificó la propuesta de “una opereta electoral”. En ese contexto, volvió a cargar contra la “agenda socialista de los fracasados y resentidos” y vinculó el rechazo del proyecto con el mantenimiento del gasto público y los subsidios.

La escalada verbal del mandatario, el silencio de Rovira —quien hasta el momento no negó las versiones publicadas— y la falta de transparencia institucional en el proceso legislativo refuerzan la percepción de que el gobierno libertario no sólo carece de una estrategia política clara, sino que utiliza la confrontación como herramienta permanente. En La Plata y otras ciudades del país, la ciudadanía observa con creciente preocupación cómo se diluyen proyectos clave en medio de disputas personales y ajustes de cuentas políticos.

El proyecto de Ficha Limpia, que representaba un avance contra la impunidad política, quedó sepultado por el fuego cruzado entre oficialismo y oposición. Y con él, la expectativa de una mejora en la calidad institucional.

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