Javier Milei logró este domingo un triunfo rotundo en las elecciones nacionales al superar el 40% de los votos a nivel país. La victoria de La Libertad Avanza en 16 provincias le otorga un control inédito en el Congreso: más de 60 nuevos diputados y 13 senadores que le aseguran el tercio necesario para blindar los vetos presidenciales y lo dejan a un paso del quórum propio.
El resultado redefine el mapa político argentino. Milei no sólo fortaleció su liderazgo dentro del oficialismo, sino que también reconfiguró las relaciones de poder con los gobernadores y el resto de las fuerzas políticas, en un escenario donde el Congreso se convierte en el eje de la nueva etapa.
Una ola libertaria en todo el país
La Libertad Avanza se impuso con claridad en Buenos Aires —donde Diego Santilli dio el golpe al vencer por casi diez puntos al peronismo— y consolidó su dominio en CABA, Córdoba, Santa Fe, Mendoza y Entre Ríos, entre otros distritos clave.

El peronismo, por su parte, apenas retuvo algunas provincias del norte y centro del país: Santa Cruz, La Pampa, San Juan, Tucumán, Catamarca y Formosa. En tanto, el santiagueño Gerardo Zamora logró sostener su bastión y el radical Gustavo Valdés fue el único sobreviviente de Provincias Unidas, el experimento federal que quedó al borde de la desaparición.

Con el ingreso de 64 nuevos diputados y el respaldo de aliados del PRO y algunos bloques provinciales, Milei alcanzará más de 100 legisladores propios, una base que le permitirá manejar la agenda parlamentaria con holgura. En el Senado, donde sumará 19 bancas libertarias y al menos 6 aliados, también queda en posición de negociar desde la fortaleza.

Milei busca acuerdos y modera el discurso
Lejos del tono confrontativo que lo caracterizó en otras campañas, Milei eligió esta vez un discurso medido. Desde el búnker del Hotel Libertador convocó a los gobernadores “pro-capitalistas y racionales” a discutir las reformas estructurales que el oficialismo pretende impulsar tras el recambio legislativo de diciembre.
“Hay decenas de diputados y senadores con los que podemos construir acuerdos básicos”, señaló el Presidente, en un mensaje que pareció dirigido tanto a los mandatarios provinciales de la UCR y el PRO como a sectores independientes del peronismo. La estrategia apunta a ampliar su base de sustentación y generar gobernabilidad sin depender de la oposición kirchnerista, que quedó debilitada tras la derrota.
Reacomodamiento interno y el rol de Karina Milei
La contundencia del resultado también fortaleció a Karina Milei, secretaria general de la Presidencia y principal armadora del espacio. Su sector logró colocar candidatos propios en distritos estratégicos como Córdoba y Santa Fe, donde las listas libertarias se impusieron por amplio margen.

El “karinismo” emerge así como uno de los polos más influyentes dentro del oficialismo, junto a Santiago Caputo y la mesa de campaña que recuperó la narrativa libertaria y reavivó la militancia en los últimos dos meses. En la Casa Rosada, se descuenta que no habrá cambios profundos en el gabinete, aunque sí podría haber un reordenamiento interno que refleje los nuevos equilibrios de poder.
Impacto económico y expectativas en los mercados
El resultado electoral funciona como una inyección de confianza para el Gobierno, que llega a este nuevo escenario con una economía frágil y señales de inestabilidad financiera. En los próximos días, se espera que el oficialismo intente capitalizar el resultado para enviar un mensaje de previsibilidad al mercado y fortalecer su posición ante los organismos internacionales.
En ese marco, la estabilidad política es vista como una condición clave para sostener el programa económico y reactivar la negociación de inversiones. La victoria de Milei también podría anticipar una etapa de mayor alineamiento con los sectores empresarios y financieros, en línea con las exigencias del Fondo Monetario Internacional y los compromisos asumidos con Estados Unidos.
Un nuevo tablero político
Con este resultado, Milei se consolida como el dirigente con mayor poder político desde la recuperación democrática que no proviene del peronismo ni del radicalismo. Su desafío ahora será traducir ese respaldo electoral en capacidad de gestión y acuerdos concretos en el Congreso.
En la oposición, el peronismo inicia una etapa de repliegue y debate interno sobre su liderazgo, mientras que el radicalismo busca conservar influencia desde los gobiernos provinciales. El mapa político argentino se reordena, y el poder —por primera vez en mucho tiempo— parece concentrarse en un solo actor dispuesto a imponer su hoja de ruta.


