La estrategia del gobierno nacional para contener el aumento de las jubilaciones aprobado en Diputados empezó a desmoronarse en las últimas semanas, en medio de un clima de tensión creciente entre los gobernadores aliados y la Casa Rosada. La crisis se desató tras la decisión de los Menem de cerrar las listas libertarias solo con “puros”, dejando afuera a referentes radicales y macristas que venían sosteniendo la débil mayoría oficialista.
El escenario dejó al presidente Javier Milei sin los 87 diputados conocidos como “los héroes” —clave para blindar su eventual veto al aumento previsional— y encendió las alarmas en Balcarce 50. Gobernadores que hasta ahora acompañaban el plan económico comenzaron a reunirse en privado y por Zoom para debatir una respuesta, mientras la tensión se trasladó al Congreso, donde se evidenció la pérdida de control del oficialismo.
En la Cámara de Senadores, la reunión de la Comisión de Trabajo y Previsión Social se convirtió en un papelón para los libertarios. La senadora Carmen Álvarez Rivero, aliada de Patricia Bullrich, intentó trabar el debate sobre la suba jubilatoria pero terminó perdiendo el control ante la moción del peronista Mariano Recalde. La discusión se volvió un desorden que expuso la falta de muñeca política oficialista: Álvarez Rivero quiso levantar la sesión, amagó con irse, volvió, discutió con Recalde e incluso fue cuestionada por su propia compañera de bloque, Guadalupe Tagliaferri. El resultado fue un dictamen a favor del aumento previsional que avanzó con votos del peronismo, la UCR y aliados.
El bochorno parlamentario agravó la desconfianza de los gobernadores, que observan con preocupación cómo se resquebraja la relación con la Rosada. La tensión se potenció con el rol de Santiago Caputo, responsable del aparato digital libertario: varios mandatarios se quejan del hostigamiento en redes sociales por parte de trolls oficialistas cada vez que plantean diferencias.
El quiebre con los radicales también es profundo. Mariano Campero y otros “radicales con peluca” —así denominados por haberse separado de la UCR para respaldar a Milei— fueron marginados de las listas, lo que dinamita cualquier posibilidad de mantener el apoyo legislativo que Milei necesita para sostener su veto. Un caso ilustrativo fue el del misionero Martín Arjol, quien excluido de la lista libertaria compitió por su cuenta y obtuvo apenas el 7% de los votos, resultado que le costó a La Libertad Avanza la chance de ganar en esa provincia.
Por su parte, la fractura con Mauricio Macri es evidente. La alianza en la provincia de Buenos Aires apenas se sostiene gracias a figuras como Cristian Ritondo y Guillermo Montenegro, pero tanto Macri como sectores del PRO ven con desconfianza los movimientos de los Menem y la estrategia electoral libertaria que prioriza la pureza ideológica sobre la construcción de poder real.
La tensión no se limita a la política parlamentaria. En el plano económico, los gobernadores profundizaron su malestar tras una fallida reunión con el secretario de Hacienda, Carlos Guberman, enviado por Luis “Toto” Caputo. Los ministros de Economía de 17 provincias esperaban una propuesta concreta para destrabar la transferencia de fondos coparticipables, ATN y recursos del impuesto a los combustibles. Sin embargo, Guberman llegó sin respuestas y solo dejó en evidencia el desinterés oficial por atender los reclamos provinciales.
Como respuesta, los gobernadores avanzan con un paquete de leyes para obligar al gobierno a coparticipar los fondos que les corresponden. Algunos, como el ministro de Economía de Santa Fe, Pablo Olivares, denunciaron que el superávit que exhibe el gobierno es ficticio porque se construye retrasando envíos de fondos a las provincias: “Cuando la Nación retiene los ATN, genera un superávit con plata que es de las provincias”, aseguró.
A este escenario se suma la interna en el gabinete nacional. Guillermo Francos, jefe de Gabinete, está cada vez más aislado: sus gestiones con los gobernadores chocan contra las decisiones de Caputo, que congela fondos para sostener el tipo de cambio y la estabilidad previa a las elecciones. Francos también enfrenta cortocircuitos con Santiago Caputo y Federico Sturzenegger. La tensión llegó al punto de que Francos analiza no volver a presentarse en el Senado para rendir informes, molesto por el destrato recibido en la última sesión.
Mientras tanto, la descoordinación en la Casa Rosada alimenta versiones de cambios en el gabinete tras las elecciones. Se especula con que Patricia Bullrich podría dejar Seguridad para postularse al Senado y que Francos la acompañaría en la fórmula, dejando su cargo vacante para un eventual ascenso del vocero presidencial Manuel Adorni.
El desgaste del oficialismo es evidente y deja en claro que la gobernabilidad de Milei, sostenida hasta ahora por una compleja red de aliados, atraviesa su momento más frágil. La rebelión de gobernadores, el caos en el Senado y la interna en el gabinete exponen un gobierno en crisis que pone en riesgo la principal herramienta con la que Milei busca frenar el aumento de las jubilaciones: el veto presidencial.