El presidente Javier Milei se prepara para una reestructuración profunda del gabinete tras las elecciones del domingo. Con un escenario político más incierto y tensiones internas en aumento, en la Casa Rosada ya circulan los nombres de quienes ocuparían los principales ministerios. El objetivo es recuperar iniciativa, credibilidad económica y control político en la segunda mitad de la gestión.
Según distintas fuentes oficiales, el nuevo esquema tendría a Santiago Caputo como jefe de Gabinete, el cargo con más peso político dentro del gobierno, y a Federico Sturzenegger al frente del Ministerio de Economía, en reemplazo de Luis “Toto” Caputo, cuestionado por la falta de resultados y la reciente suba del dólar. “La credibilidad de Caputo está terminada”, reconocen en los pasillos oficiales.
Sturzenegger y el giro económico que impulsa el FMI
Sturzenegger ya trabaja en un nuevo plan económico, con un eje central: eliminar el actual sistema de bandas y avanzar hacia una flotación libre del peso, una medida que respalda el FMI y el Tesoro de Estados Unidos para la etapa pos electoral.
El ex titular del Banco Central, hoy ministro de Desregulación, cuenta con respaldo internacional y buena llegada a Kristalina Georgieva, quien lo incorporó al Consejo Asesor sobre Crecimiento y Emprendimiento del Fondo. Dentro del Gobierno, lo ven como el reemplazo natural de Caputo, cuyo vínculo con los mercados se debilitó pese al reciente intento de apoyo del entorno de Donald Trump.
Reacomodos políticos: Francos, Santilli y Ritondo
Otro cambio importante sería el de Guillermo Francos, que dejaría la Jefatura de Gabinete para asumir como canciller, en reemplazo de Gerardo Werthein, quien ya adelantó que no seguirá si avanza el ascenso de Caputo. Con este movimiento, Milei busca mantener cerca a Francos —hombre clave en el vínculo con los gobernadores— pero sin otorgarle tanto poder interno.
El Ministerio del Interior quedaría en manos de Diego Santilli, en reemplazo de Lisandro Catalán, quien no logró recomponer los lazos con las provincias. Con su llegada, el presidente busca reabrir el puente político con el PRO y, en especial, con Mauricio Macri.
En el Congreso también habría movimientos: Cristian Ritondo suena como posible reemplazante de Martín Menem en la presidencia de la Cámara de Diputados, en un intento por reforzar la alianza con el macrismo dentro del Parlamento.
Seguridad, Justicia y la silla vacía de Defensa
En Seguridad, Patricia Bullrich planea dejar su cargo para asumir como legisladora, pero pretende mantener el control del área impulsando a su actual viceministra, Alejandra Monteoliva, como sucesora. También se menciona al intendente de Tres de Febrero, Diego Valenzuela, aunque la decisión final dependerá de las negociaciones políticas con el PRO.
Mientras tanto, en el Gobierno evalúan fusionar Seguridad y Justicia bajo un solo ministerio, pero la propuesta genera resistencia por la enorme cuota de poder que concentraría. El nombre de Guillermo Montenegro aparece como opción, aunque Santiago Caputo prefiere mantener la interlocución judicial a través de su mano derecha, Sebastián Amerio.
El panorama es más incierto en Defensa, donde Luis Petri dejará su cargo para asumir su banca legislativa. Hasta ahora, nadie quiso tomar ese puesto, marcado por conflictos con los militares, bajos salarios y el vaciamiento de la obra social.
El factor Karina Milei
Pese a los nombres que circulan, todas las definiciones están en manos de Karina Milei, quien espera el resultado electoral antes de cerrar los cambios. Su influencia sigue siendo determinante: controla los temas de comunicación, los vínculos políticos y las designaciones de confianza dentro del Gobierno.
Incluso, trascendió que el ex asesor presidencial Antonio Aracre se comunicó con Milei para ofrecer su regreso a la Rosada, donde ocupó un rol similar durante el gobierno de Alberto Fernández.
El reacomodamiento político que diseña el Presidente apunta a recuperar orden interno y relanzar la gestión. Pero también refleja un dato de fondo: las tensiones dentro del oficialismo ya no se esconden y la pulseada por el poder se libra dentro del propio gabinete.