La estrategia económica del gobierno nacional entró en una fase de máxima tensión con el sistema financiero. En medio de la escalada del dólar y el fracaso en la renovación de deuda en pesos, el Ministerio de Economía y el Banco Central (BCRA) endurecieron las condiciones para los bancos: suba de encajes, cambios en las reglas de cálculo y obligación de colocar fondos en bonos que el mercado había rechazado días atrás. La medida provocó un desplome de las acciones bancarias en Wall Street y abrió un frente de conflicto con el sector, que denuncia un “seco” al sistema y pérdida de patrimonio.
El trasfondo: deuda que no se renueva y pesos que amenazan ir al dólar
El detonante fue la licitación del miércoles pasado, donde el Tesoro debía renovar vencimientos por $15 billones y solo logró captar el 61%. Los $6 billones restantes quedaron “libres” y con alta probabilidad de buscar cobertura en dólares, algo que el equipo económico quiso frenar de inmediato.
La respuesta fue una suba de los encajes bancarios —fondos inmovilizados por orden del BCRA— del 45% al 50%, con el agregado de que el nuevo porcentaje podrá integrarse únicamente con bonos TAMAR con vencimiento en noviembre de 2025, emitidos en una licitación de emergencia prevista para el 18 de agosto. Es decir, fondos que antes quedaban congelados ahora solo “cumplen” si se invierten en deuda del Tesoro.
Además, el cálculo de encajes dejó de ser mensual para pasar a diario, reduciendo el margen de maniobra de las entidades. Las multas también se endurecieron. Para los bancos, la señal es clara: menos liquidez para operar y más presión para financiar al Estado.
Un nuevo frente con el sistema financiero
La medida cayó muy mal en el sector. Entidades y cámaras como Adeba, ABA, ABE y Abappra participaron de una reunión virtual con el BCRA, que según los banqueros fue “una perorata técnica sin espacio para el diálogo”. “Están secando al sistema financiero. Nos destruyeron las acciones en Wall Street”, advirtió uno de los participantes. Ese jueves, los ADR argentinos se desplomaron: Banco Supervielle perdió 8,7%, Galicia retrocedió 5,3% y BBVA cayó 4,2%.
En el mercado no descartan que este sea el preludio de un reperfilamiento forzado de deuda en pesos, mientras recuerdan que hace apenas semanas el Gobierno celebraba su esquema de “agregados monetarios” y “tasas endógenas”, que hoy parece descartado.
Caputo, Milei y los volantazos
El propio ministro Luis Caputo intentó explicar la decisión con argumentos de política monetaria, aunque sus declaraciones generaron más confusión que certezas. Sostuvo que el objetivo es “cuidar los precios” y evitar que pesos sin destino claro presionen sobre el dólar, al tiempo que adjudicó la volatilidad a factores “político-electorales”.
Sin embargo, el episodio dejó a la vista un dato inquietante: el presidente Javier Milei admitió que comenzará a diseñar personalmente el programa monetario y financiero para lo que queda del año, confirmando que no siempre estaba al tanto de las medidas adoptadas por Economía y el BCRA.
Tasas récord para plazos fijos
En paralelo, la competencia por captar depósitos llevó a varios bancos a ofrecer tasas inusualmente altas para plazos fijos a 30 días. Según el relevamiento del BCRA al 14 de agosto, las entidades líderes muestran una amplia dispersión de rendimientos:
- Banco Nación: 44%
- Banco Provincia: 39%
- Banco Galicia: 43%
- Banco Credicoop: 42%
- ICBC: 42,85%
- Banco BICA: 45% (la más alta del mercado)
- Otros privados como Santander, BBVA y Macro oscilan entre 35% y 38%.
Vale recordar que desde 2023 el BCRA eliminó la tasa mínima obligatoria, dejando a criterio de cada banco la remuneración a depositantes. En este contexto, las tasas elevadas funcionan como un anzuelo para retener pesos en el sistema, en un momento donde la desconfianza y la dolarización de carteras vuelven a crecer.
Impacto y lectura política
Para la economía real, las consecuencias podrían sentirse en el crédito: más encajes y menos liquidez suelen traducirse en menor oferta de préstamos y mayores tasas para empresas y consumidores. En un año electoral, con la inflación desacelerando pero aún en niveles altos, la tensión entre el Gobierno y el sistema financiero agrega un factor de incertidumbre.