El salario real volvió a retroceder en abril y se ubicó por debajo del nivel que tenía al inicio del gobierno de Javier Milei. Según los datos oficiales del Ministerio de Trabajo, se trata del tercer mes consecutivo de caída para los ingresos del empleo privado registrado, lo que confirma el estancamiento del poder adquisitivo a pesar del freno inflacionario.
Mientras el Ejecutivo celebraba que la inflación de mayo perforó el 2%, los números del mercado laboral mostraban una realidad distinta para quienes tienen trabajo formal: los salarios no solo no se recuperan, sino que continúan perdiendo valor frente a los precios. En concreto, en abril el ingreso promedio del sector privado cayó un 1,6% en términos reales respecto de marzo, según el “Panorama mensual del trabajo registrado” elaborado por la Secretaría de Empleo.
El informe identifica tres momentos desde noviembre de 2023, cuando asumió Milei: una caída abrupta del 10,7% en diciembre, una breve mejora en enero que llevó el índice a 104,2 (tomando como base 100 el valor de noviembre) y una nueva curva descendente desde febrero. En abril, el salario real se ubicó en 99,7 puntos, apenas por debajo del punto de partida.
Este retroceso implica que, a cinco meses del inicio de la gestión libertaria, el poder de compra de los salarios formales sigue estancado en los niveles que dejó el gobierno anterior, sin mostrar señales de una recuperación sostenida.
Además, el informe oficial incorpora un apartado sobre los ingresos acordados en las paritarias de los principales gremios. En abril, los salarios negociados en convenios colectivos subieron apenas un 0,2% respecto al mes anterior, lo que significó un quiebre tras cuatro meses consecutivos de variaciones negativas. Sin embargo, el repunte es mínimo y no compensa la pérdida acumulada. De hecho, si se analiza la evolución interanual, los sueldos negociados en abril de 2025 fueron apenas un 6,1% más altos que en abril de 2024, muy por debajo de cualquier estimación de inflación anual acumulada.
Para los trabajadores formales, esta dinámica implica seguir ajustando gastos, recortando consumos y postergando decisiones económicas. Y en una ciudad como La Plata, donde la actividad privada está fuertemente vinculada al empleo público y a servicios, el enfriamiento de los salarios puede impactar también en la demanda interna, el comercio y la economía barrial.