Miércoles 30 de abril de 2025
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PJ Bonaerense: Kicillof y el cristinismo chocan por las listas y la unidad pende de un hilo

La política bonaerense atraviesa un momento de alta tensión en el seno del Partido Justicialista (PJ). A cuatro meses de iniciadas las negociaciones, las diferencias entre el gobernador Axel Kicillof y el sector liderado por Cristina Kirchner, conocido como cristinismo, no solo persisten, sino que se profundizan. La suspensión de las Primarias Abiertas, Simultáneas y Obligatorias (PASO), los plazos del cronograma electoral y la conformación de las listas de candidatos se han convertido en los principales focos de conflicto, alimentando una desconfianza interna que amenaza con fracturar al peronismo en su bastión histórico.

Un acuerdo que se desvanece

El pasado 7 de abril, Axel Kicillof anunció el desdoblamiento de las elecciones provinciales, fijándolas para el 7 de septiembre, una decisión que marcó un punto de inflexión en la relación con el cristinismo. Mientras el gobernador buscaba suspender las PASO y extender los plazos para la presentación de listas y boletas, el sector alineado con Cristina Kirchner se resistió, priorizando una estrategia de elecciones concurrentes con las nacionales del 26 de octubre. Esta discrepancia, lejos de resolverse, ha escalado hasta convertirse en un enfrentamiento abierto.

El Senado bonaerense dio un paso hacia la suspensión de las PASO el 15 de abril, tras un respaldo a regañadientes del kirchnerismo, ordenado por Cristina Kirchner. Sin embargo, la Cámara de Diputados, que debía ratificar la medida, postergó el debate en una sesión reciente, evidenciando la falta de consenso. Según fuentes legislativas, las fricciones se centran en los plazos electorales: Kicillof propuso extender a 100 días la convocatoria a elecciones, 80 días para alianzas, 70 días para listas y 50 días para boletas, frente a los 60, 60, 30 y 20 días que establece la ley actual. El cristinismo, en sintonía con sectores de la oposición, rechazó estas modificaciones, argumentando que plazos más cortos limitarían la capacidad de maniobra del kicillofismo en caso de una ruptura.

“La desconfianza entre nosotros va a quedar, aunque logremos la unidad”, confesó un intendente cristinista, reflejando el clima de recelo que atraviesa al PJ. Esta declaración, publicada por Infobae, resume el sentimiento de un peronismo que, pese a los llamados a la unidad, parece encaminarse hacia un punto de no retorno.

Las listas: el próximo campo de batalla

Con las PASO en vilo, la discusión comienza a girar en torno a las candidaturas. El cristinismo, liderado por Máximo Kirchner, mantiene la amenaza de que Cristina encabece la boleta a senadora por la Tercera Sección Electoral, un movimiento que pondría en jaque a intendentes kicillofistas como Jorge Ferraresi (Avellaneda), Fernando Espinoza (La Matanza) y Mario Secco (Ensenada). Esta jugada, según analistas, busca consolidar el liderazgo de Cristina en el conurbano, corazón electoral del peronismo.

Por su parte, Kicillof apuesta por fortalecer su estructura, el Movimiento Derecho al Futuro, que cuenta con el respaldo de más de 40 intendentes y una presencia significativa en el interior bonaerense. Sin embargo, su desventaja en el Senado, donde solo controla dos escaños frente a los 15 del cristinismo, limita su capacidad de negociación. “La única forma de acordar listas de unidad es que Cristina hable cara a cara con Kicillof”, afirmó un dirigente cercano al gobernador, según elDiarioAR. Hasta ahora, no hay señales de que ese encuentro esté próximo.

Acusaciones cruzadas y desgaste interno

Las tensiones no se limitan a los despachos legislativos. En las últimas semanas, las acusaciones cruzadas han elevado el tono del conflicto. Desde el kicillofismo, el ministro Andrés “Cuervo” Larroque acusó a Máximo Kirchner de encabezar un “golpe institucional” contra el gobernador, afirmando que busca subordinarlo a un núcleo sin legitimidad electoral. Por el lado del cristinismo, la intendenta de Quilmes, Mayra Mendoza, cuestionó el desdoblamiento como una decisión “unilateral e inconsulta”, mientras la senadora Teresa García defendió el liderazgo de Cristina, asegurando que “la conducción no se declama, se tiene”.

El desgaste también se refleja en episodios menores pero simbólicos. El camporismo señaló al intendente Mario Secco por bloquear una iniciativa hidroeléctrica en Brandsen, un hecho que, aunque de menor escala, ilustra las fricciones entre los sectores. “El peronismo bonaerense se está alejando de la realidad de la gente”, lamentó un dirigente citado por Infobae, evidenciando el costo político de esta interna.

La presión del calendario y la oposición

La Junta Electoral bonaerense añadió presión al reclamar, el 24 de abril, una ampliación de plazos para verificar las candidaturas, argumentando que los 10 días actuales son insuficientes para revisar 10 mil postulaciones. Este pedido, respaldado por Kicillof, encontró resistencia en el cristinismo, que ve en la demora una estrategia para fortalecer al gobernador.

Mientras tanto, la oposición observa con atención. Bloques como la UCR, el PRO y La Libertad Avanza han apoyado la suspensión de las PASO, pero evitan tomar partido en la interna peronista. “No queremos ser garantes de la victoria de uno u otro sector”, señaló un legislador radical. Sin embargo, la posibilidad de un peronismo dividido abre oportunidades para la oposición en un distrito clave.

Un futuro incierto para el peronismo bonaerense

A medida que se acercan las fechas límite, el PJ bonaerense enfrenta un dilema: alcanzar una unidad precaria o arriesgarse a una ruptura que podría costarle caro en las urnas. La tregua momentánea lograda por la intervención de Cristina Kirchner en abril no ha sido suficiente para cerrar las heridas. Como señaló un intendente kicillofista, “de cara a 2027, esto es solo el comienzo”.

Con el reloj electoral en marcha, la capacidad de Kicillof y el cristinismo para negociar una lista de unidad será determinante. Por ahora, la desconfianza reina, y el peronismo, lejos de mostrar fortaleza, exhibe sus grietas en un contexto político que no perdona divisiones.

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