Sábado 20 de diciembre de 2025
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PJ bonaerense: tregua táctica entre cristinistas y kicillofistas y una definición clave que se estira hasta marzo

El peronismo bonaerense volvió a exhibir este viernes su capacidad para convivir en la tensión. En una reunión del Consejo Provincial realizada en Malvinas Argentinas, los principales sectores del PJ acordaron la fecha para el recambio de autoridades —será el 15 de marzo— y sellaron entendimientos puntuales sobre reglas de juego internas. Sin embargo, la discusión central quedó abierta: si habrá lista de unidad o una interna que profundice la disputa entre el cristinismo y el kicillofismo.

El encuentro llegó precedido por semanas de desconfianza mutua entre el espacio que responde a Máximo Kirchner, actual presidente del PJ bonaerense, y el Movimiento Derecho al Futuro (MDF), alineado con el gobernador Axel Kicillof. Aun así, el cónclave dejó señales de convivencia política: no hubo discursos encendidos, se evitaron cruces públicos y se avanzó en acuerdos operativos que permiten sostener la institucionalidad partidaria.

Apoderados, Junta Electoral y un equilibrio forzado

Uno de los puntos más relevantes fue la ampliación del número de apoderados partidarios, que pasaron de cuatro a seis. Dos de esos lugares quedaron para dirigentes vinculados al kicillofismo: Ana Laura Ramos, funcionaria del Ministerio de Justicia bonaerense y cercana al intendente platense Julio Alak, y María Sol Berriel, subsecretaria legal y técnica de la Secretaría General de la Gobernación. De este modo, el MDF logra una presencia decisiva en un ámbito clave para el control del proceso electoral interno.

También se definió un criterio central para la Junta Electoral: las decisiones deberán tomarse por mayoría de dos tercios. El objetivo es evitar que un solo sector, en este caso el cristinismo —que tiene mayoría de integrantes—, pueda imponer resoluciones sin consenso, especialmente en cuestiones sensibles como la oficialización de listas o candidaturas.

A eso se sumó un acuerdo sobre padrones y afiliaciones. Se avanzará en la apertura del padrón, con un pedido formal a la Justicia Electoral para validar fichas ya presentadas en los PJ locales, aunque con un tope del 5% del total, una concesión impulsada por el kicillofismo bajo la bandera de la “democratización” partidaria.

Unidad deseada, interna latente

Pese a estos avances, la discusión de fondo sigue sin resolverse. El interrogante es claro: ¿el PJ bonaerense llegará al 15 de marzo con una lista de unidad o con dos propuestas enfrentadas? Por ahora, ambas opciones siguen sobre la mesa.

En el cristinismo deslizan la posibilidad de que Máximo Kirchner busque la reelección, mientras que desde el entorno del gobernador asoma el nombre de la vicegobernadora Verónica Magario como eventual figura de consenso. También aparecen en el radar intendentes con peso propio, como Mariel Fernández (Moreno), Federico Otermín (Lomas de Zamora) o el propio Julio Alak, jefe comunal de La Plata, lo que anticipa que la negociación será intensa y con impacto territorial.

Desde La Cámpora aseguran estar dispuestos a discutir un esquema de unidad, aunque dejan en claro que retener la conducción del partido es parte de una estrategia más amplia, ligada a la proyección política de Kicillof y al posicionamiento del peronismo de cara al escenario nacional. En el MDF, en cambio, advierten que no aceptarán un acuerdo que congele la actual correlación de fuerzas y remarcan que el PJ debe alinearse sin ambigüedades con el gobernador en un contexto económico y social crítico.

La remera que habló por él

Mientras el PJ bonaerense ensayaba gestos de convivencia y acordaba patear la definición de fondo para marzo, Máximo Kirchner eligió enviar su propio mensaje sin micrófono. El presidente del partido encabezó la cumbre en Malvinas Argentinas con una remera negra que no pasó desapercibida: “Juegan a primero yo, y después a también yo”, una frase tomada de El Tesoro de los Inocentes, de Los Fundamentalistas del Aire Acondicionado.

En la interna peronista, el gesto fue leído como una chicana política directa hacia Axel Kicillof y el grupo de intendentes que, desde el MDF, reclaman mayor peso en la conducción del PJ. La escena contrastó con el tono moderado del encuentro y sumó un elemento de tensión simbólica en una jornada marcada por acuerdos técnicos, pero atravesada por una disputa de poder que sigue lejos de resolverse.

Mientras las negociaciones avanzaban para fijar la fecha del 15 de marzo y evitar una interna abierta, la remera funcionó como recordatorio silencioso de que la pelea por el control del peronismo bonaerense no se juega solo en los reglamentos, sino también en los gestos. Y en ese terreno, Kirchner dejó claro que no piensa ceder sin dar pelea.

La previa, los gestos y lo que viene

Antes del encuentro formal, el kicillofismo mantuvo una reunión en Ituzaingó para unificar posiciones. Allí participaron dirigentes provinciales, intendentes del Conurbano y del interior, y hasta figuras distanciadas del kirchnerismo, como el exintendente de Hurlingham Juan Zabaleta. Luego, una delegación encabezada por Magario negoció directamente con Máximo Kirchner para llegar a Malvinas Argentinas con un principio de acuerdo cerrado.

La foto final mostró un PJ que evita, por ahora, la ruptura. También dejó en claro que el calendario juega su partido: las listas deberían definirse hacia fines de enero y los actuales mandatos partidarios vencen el 17 de marzo. Hasta entonces, la Junta y el Congreso del PJ sostendrán la estructura para evitar una acefalía.

En un peronismo bonaerense atravesado por disputas de poder, debates de liderazgo y tensiones con impacto directo en la gestión provincial, el acuerdo alcanzado funciona como una tregua. La batalla de fondo quedó diferida. Marzo dirá si alcanza con la convivencia o si la interna termina imponiéndose.

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