El termómetro del poder adquisitivo ya no se mide solo en góndolas o facturas de servicios: también pasa por la posibilidad —cada vez más restringida— de tomarse unos días de descanso. A pocas semanas de comenzar la temporada 2025-2026, un nuevo relevamiento confirma lo que se respira en la calle: para la mayoría de las familias argentinas, vacacionar volvió a ser un privilegio.
Un estudio de la Universidad Abierta Interamericana (UAI), realizado sobre más de mil personas mayores de 16 años del Área Metropolitana, revela que el 57% de los consultados no viajará este verano, el registro más alto desde que se realiza la encuesta en 2018. El dato marca además un empeoramiento sostenido: el porcentaje era de 48,8% en la temporada 2023-2024, subió a 52,2% en 2024-2025 y ahora alcanzó un nuevo techo.
El contraste con el discurso oficial es evidente. Mientras desde el Gobierno se insiste en que “los hogares están mejor que el año pasado”, el relevamiento expone una realidad opuesta: el ajuste sigue golpeando fuerte en los ingresos, y las vacaciones aparecen como uno de los primeros gastos descartables.
El bolsillo, el principal obstáculo
Entre quienes decidieron no viajar, el 65,5% señaló razones económicas. El costo del transporte, el alojamiento, la alimentación fuera de casa y los consumos recreativos se volvieron inviables para buena parte de la población, especialmente en los centros urbanos como La Plata, donde los salarios pierden sistemáticamente contra la inflación acumulada.
Incluso para quienes sí podrán tomarse unos días, la planificación es mucho más cuidadosa que en otros años: presupuestos ajustados, menos noches de alojamiento y una búsqueda intensa de promociones.
Viajar sí, pero con calculadora
Del 43% que viajará, la mayoría se volcará al turismo interno: el 67,3% elegirá destinos dentro del país, con la Costa Atlántica otra vez como líder indiscutida, concentrando el 54,7% de las preferencias. Le siguen el centro argentino (15%), el sur (14%), escapadas a casas con pileta (7,3%), el Noroeste (5,2%) y el Nordeste (4,4%).
En paralelo, el 32,7% viajará al exterior, favorecido por el “dólar planchado” que mantiene el Gobierno como ancla inflacionaria. Esta política, sin embargo, genera una paradoja económica: para ciertos sectores de ingresos medios y altos, resulta más barato viajar a países como Brasil (27,1% de las elecciones), Europa (20,2%), Centroamérica (13,2%) o Uruguay (10,9%) que vacacionar dentro de la Argentina.
¿Cómo se pagan las vacaciones?
La fragmentación del poder adquisitivo también se refleja en la forma de financiar el descanso:
- 40,2% recurrirá a ahorros.
- 20,9% cubrirá los gastos con ingresos del mes.
- 20,2% combinará distintas fuentes.
- 8% usará la tarjeta de crédito.
- 8% pedirá un préstamo.
- 2,5% destinará el aguinaldo.
El uso creciente del crédito, las cuotas largas y la dependencia de préstamos muestran hasta qué punto las vacaciones dejaron de ser un gasto “natural” para convertirse en una decisión financiera compleja.
Fechas y estilos
Enero sigue siendo el mes más elegido para viajar (37,9%), seguido por febrero (29,4%), diciembre (15,4%) y marzo (10,6%). Las preferencias turísticas se mantienen relativamente estables: el 54% prioriza destinos de playa, luego aparecen las sierras o montañas, las experiencias gastronómicas, las actividades para chicos y las excursiones.
En cuanto al modo de vacacionar, predominan dos perfiles bien definidos:
- Playa durante el día y salidas nocturnas (36,7%).
- Recorrer y conocer distintos lugares (29,9%).
- Estadía en hoteles sin grandes traslados (12%).
- Tours culturales (7,6%).
Entre las preocupaciones, lidera el mal clima (38,6%), seguido por los altos costos, la masividad de turistas y las incomodidades del viaje.
Vacaciones, cada vez más lejos
El relevamiento resume una tendencia difícil de disimular: cada año son menos los argentinos que pueden acceder a las vacaciones, un síntoma directo del deterioro del ingreso real. Para ciudades como La Plata, donde los salarios formales y estatales concentran buena parte del mercado laboral, el recorte del consumo se siente con mayor intensidad.
Con una economía que prioriza el control del dólar por sobre la recuperación del poder de compra, el turismo externo crece para algunos, mientras que el descanso se vuelve inaccesible para muchos.
La conclusión es contundente: para más de la mitad de los argentinos, veranear dejó de ser una tradición para transformarse en un lujo. Y en un país que todavía se define como turístico, la ecuación es cada vez más desigual.


