La Legislatura bonaerense volvió a convertirse en el epicentro de una interna que ya no se disimula. En las últimas horas, el gobernador Axel Kicillof avanzó con un veto parcial sobre el presupuesto de la Cámara de Diputados, mientras en paralelo se profundiza el conflicto político en el Senado, con Verónica Magario resistiendo presiones del kirchnerismo duro y una disputa abierta por cargos clave en la línea de sucesión provincial.
El denominador común es el mismo: control político, manejo de recursos y una relación cada vez más tensa entre los distintos sectores del oficialismo.
El veto que reabrió un debate constitucional
A través del Decreto 2947/2025, publicado en el Boletín Oficial, Kicillof promulgó la Ley 15.560 —el presupuesto de la Cámara de Diputados— pero dejó bajo observación los artículos 14, 15, 16 y 17, que modificaban el régimen de transferencias de fondos hacia la Cámara baja. El decreto lleva también las firmas del ministro de Gobierno, Carlos Bianco, y del ministro de Economía, Pablo López.
La decisión encendió una discusión jurídica sensible: la Constitución bonaerense establece que el presupuesto del Poder Legislativo no puede ser vetado por el Ejecutivo. En el gobierno provincial sostienen que no se trata de un veto pleno sino de observaciones parciales sobre artículos que, según su interpretación, exceden la materia presupuestaria.
Los artículos objetados introducían cambios a la Ley 10.426 de Procedimientos Contables de Diputados y proponían un sistema de transferencias automáticas, diarias y proporcionales a los ingresos provinciales, además de habilitar la intervención del Tribunal de Cuentas ante incumplimientos. Hasta ahora, los fondos se giran mediante partidas definidas por el Ministerio de Economía.
El argumento del Ejecutivo
En los fundamentos del decreto, el Ejecutivo sostiene que la reforma impulsada por Diputados avanzaba sobre el subsistema de Tesorería de la Provincia, una competencia propia del Ministerio de Economía y de la Tesorería General. Además, advierte que la automatización diaria de los fondos podría afectar el esquema de cuenta única del Tesoro y generar un trato diferencial para la Cámara baja respecto de otros poderes del Estado, incluido el Senado.
El texto también contextualiza la decisión en el escenario económico actual: caída de ingresos, recesión y freno de transferencias nacionales. En ese marco, el gobierno provincial remarca la necesidad de preservar el equilibrio fiscal y una administración centralizada de los recursos públicos.
Desde el Ejecutivo relativizan el impacto político del veto. Aseguran que el presupuesto “no se toca” y que la discusión se limita al mecanismo de transferencia de fondos, que consideran una modificación unilateral contraria a la ley de administración financiera.
Qué puede hacer Diputados
El conflicto abre dos caminos posibles para la Cámara baja. El más corto es insistir con la redacción original del presupuesto, algo que requeriría una mayoría especial de dos tercios. El más largo —y políticamente más complejo— es judicializar la disputa, lo que llevaría el conflicto a involucrar a los tres poderes del Estado provincial y eventualmente al ámbito federal.
En números, el presupuesto de la Cámara de Diputados asciende a $222.800 millones, mientras que el del Senado bonaerense —aprobado sin objeciones— es de $156.204 millones.
Otro veto y la bandera de la “transparencia”
En paralelo, Kicillof también vetó parcialmente la Ley de Presupuesto 2026 (Ley 15.557), mediante el Decreto 2944/2025. En este caso, la observación recayó sobre el artículo 94, que incorporaba el mecanismo de “silencio positivo” en los procesos de control de contrataciones del Estado.
Según el Ejecutivo, esa cláusula limita las herramientas de control, no es compatible con el régimen ordinario de obra pública y podría afectar los intereses del fisco. El gobernador argumentó que el silencio positivo es propio de normativas de excepción y que su incorporación al presupuesto podía generar confusión y debilitar los controles previos.
Magario, el Senado y la interna que no cierra
Mientras tanto, en el Senado bonaerense, la vicegobernadora Verónica Magario decidió no asumir la banca de diputada provincial que había obtenido en las elecciones y continuar al frente de la Cámara alta. La confirmación terminó de blanquear su candidatura testimonial, pero también bloqueó, al menos por ahora, el avance de La Cámpora sobre un cargo estratégico: la vicepresidencia primera del Senado.
Ese puesto, tercero en la línea sucesoria provincial, es reclamado por el sector kirchnerista, que impulsa los nombres de Mario Ishii o Sergio Berni. El kicillofismo, en cambio, propone a la senadora Aylén Durán. Sin acuerdo, Magario viene postergando la convocatoria a sesionar, una decisión que suma presión política y acusaciones cruzadas.
Desde el entorno de la vicegobernadora hablan directamente de una maniobra para desplazarla y acusan a La Cámpora de intentar copar la estructura administrativa del Senado. Incluso, Berni llegó a deslizar la posibilidad de una denuncia penal por presuntas irregularidades en la conducción del cuerpo.
Un reemplazo con sello local
Con la renuncia formal de Magario a su banca en Diputados, asumió Silvina Nardini, dirigente de Ensenada alineada con el intendente Mario Secco. El movimiento garantiza al jefe comunal y al Frente Grande mantener presencia legislativa y refuerza el peso del Movimiento Derecho al Futuro dentro del oficialismo bonaerense.
Un conflicto que excede lo institucional
El veto al presupuesto de Diputados, la discusión por los mecanismos de control, la pelea por cargos en el Senado y las candidaturas testimoniales forman parte de un mismo escenario: un peronismo bonaerense atravesado por disputas de poder que impactan de lleno en el funcionamiento de la Legislatura.
Para la Provincia —y también para ciudades como La Plata, donde se siguen de cerca estas definiciones— el resultado no es menor: de estas tensiones dependen el manejo de recursos, la agenda legislativa y la estabilidad política de un oficialismo que, lejos de ordenar su interna, suma capítulos de conflicto.


