El dirigente lirchnerista Juan Grabois, líder del Frente Patria Grande, fue detenido este sábado tras encabezar la ocupación del Instituto Nacional Juan Domingo Perón, un emblemático edificio en el barrio porteño de Recoleta que el gobierno de Javier Milei ordenó cerrar.
La acción, que buscaba resistir el desalojo del histórico espacio –antigua residencia de Juan Domingo Perón y Eva Perón–, culminó en un operativo policial marcado por forcejeos, gas pimienta y un fuerte rechazo de la militancia peronista. El episodio, que desató un intenso debate en redes sociales y medios, reavivó las críticas al gobierno por lo que sectores del peronismo consideran un ataque al legado justicialista.
Una ocupación en defensa de la memoria peronista
La ocupación comenzó alrededor de las 14 horas, cuando Grabois, acompañado por unos 50 militantes, entre ellos los diputados nacionales de Unión por la Patria Itai Hagman y Natalia Zaracho, el senador bonaerense Federico Fagioli y la legisladora provincial Lucía Klug, ingresó al edificio ubicado en Austria 2601 a través del local gastronómico “Un café con Perón”. Desde los balcones, los manifestantes desplegaron banderas con consignas como “Si no podés elegir, no hay democracia” y “Defendamos nuestra historia”, en un claro mensaje de resistencia al cierre del instituto, dispuesto por el Ministerio de Capital Humano mediante el decreto 346/2025.
Grabois, en un mensaje publicado en X a las 14:24, calificó la acción como una “recuperación” del espacio: “Hace minutos la juventud del movimiento nacional recuperó del odio gorila la antigua residencia de Perón y Evita donde funcionaba el instituto de estudios Juan Domingo Perón disuelto ilegalmente por el régimen de Milei”. El dirigente denunció que el cierre del instituto, que albergaba un museo y un centro de investigaciones históricas, es parte de un intento de “borrar la memoria nacional” y evocó el bombardeo de Plaza de Mayo de 1955, cuando el edificio –parte del Palacio Unzué– fue atacado.
El Instituto Juan Domingo Perón, declarado Monumento Histórico Nacional en 2008, no solo es un centro de estudios, sino un símbolo del peronismo por haber sido la residencia de Perón y Evita. Según Grabois, el cierre y el presunto daño a estatuas de los próceres peronistas reflejan una “persecución ideológica” por parte del gobierno libertario.
Un operativo policial bajo fuego cruzado
El Ministerio de Capital Humano, liderado por Sandra Pettovello, había establecido el 7 de junio como fecha límite para la entrega del edificio, tras anunciar su cierre el 7 de mayo por considerarlo una “carga presupuestaria innecesaria” de más de 400 millones de pesos anuales. Según el vocero presidencial Manuel Adorni, el instituto no realizaba investigaciones relevantes, y su función podía ser cubierta por universidades y centros académicos.
Pasadas las 17 horas, un amplio operativo de la Policía Federal Argentina (PFA), con apoyo de la Policía de la Ciudad, avanzó para desalojar el edificio. La intervención, que incluyó el uso de gas pimienta y forcejeos, derivó en la detención de Grabois y de otro militante, identificado como Valentín Peralta Ramos. Según reportes, al menos dos policías resultaron heridos, incluido un comisario mayor.
Desde el interior de un móvil policial, Grabois publicó una foto en X con un mensaje desafiante: “Meteme preso Milei, pero la bandera argentina no me la sacás”, acompañado de una imagen donde se lo ve con una bandera argentina al cuello. La publicación, que rápidamente se viralizó, fue interpretada como un símbolo de resistencia y un desafío directo al presidente.
La ministra Patricia Bullrich defendió el operativo, calificándolo como “un éxito” y acusando a Grabois de “usurpación” y “privación de la libertad” por retener a cuatro policías durante la ocupación. “Las hacés, las pagás”, sentenció Bullrich, mientras Pettovello catalogó la acción como una “usurpación” y aseguró que se tomaron medidas para proteger el patrimonio del instituto.
Reacciones y ecos políticos
La detención de Grabois generó una ola de reacciones. Desde el kirchnerismo, la legisladora porteña Victoria Montenegro denunció que el desalojo se realizó sin orden judicial, mientras que el Partido Justicialista (PJ), presidido por Cristina Fernández de Kirchner, exigió la transferencia de los bienes y documentos del instituto para preservar su legado sin financiamiento estatal.
En redes sociales, la acción de Grabois fue celebrada por sectores peronistas como un acto de “resistencia no violenta” en defensa de la historia nacional, aunque también recibió críticas de usuarios que lo acusaron de provocar un conflicto innecesario. “Quien es Grabois para hablar de Perón y Evita?”, cuestionó un usuario en X, reflejando las divisiones que el episodio generó.
Por su parte, Grabois, desde su cuenta en X tras la detención, envió un mensaje de fortaleza: “Nos comunicamos; Juan está bien, nos dice que las víctimas son los excluidos y los pibes sin hospital, los viejos sin remedios y tantos otros perjudicados por este modelo”. El dirigente insistió en que su detención es “un orgullo” por defender el legado peronista.
Un símbolo en disputa
El Instituto Juan Domingo Perón, más allá de su función académica, es un emblema del peronismo. Su cierre, formalizado el 21 de mayo, fue interpretado por el PJ como un acto de “persecución ideológica” y un intento de desmantelar la memoria histórica. La ocupación liderada por Grabois, aunque breve, puso en el centro del debate la lucha por los símbolos y la identidad nacional en un contexto de polarización política.
Mientras el juez Sebastián Ramos quedó a cargo de la causa por usurpación y desobediencia, el episodio dejó en claro que la batalla por el legado peronista está lejos de terminar. En La Plata, donde el peronismo se organiza en defensa de Cristina Fernández de Kirchner frente a las presiones judiciales, la detención de Grabois refuerza la narrativa de resistencia contra lo que sectores del kirchnerismo denominan un “ataque sistemático” al movimiento.
